El Señor Está Cerca

Miércoles
26
Mayo

La casa de Israel lo llamó Maná; y era como semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel.

(Éxodo 16:31)

El maná (2)

El maná era blanco, como un rayo de luz, y “Dios es luz”. Su sabor era como hojuelas con miel. No era realmente miel, la cual no debía mezclarse con la ofrenda vegetal, sino que su sabor era “como” hojuelas con miel. La miel tipifica la dulzura de la naturaleza humana, la cual no soporta el fuego, y es inadecuada para las ofren­das al Señor. El maná se parecía a la miel solamente en su sabor; y era para el alimento del pueblo. Y con Cristo es igual; pues en Él vemos toda la dulzura de la naturaleza humana, pero una naturaleza no caída, pura e incorruptible.

Podemos ver cuán real era su humanidad, disfrutarla y conocerla (aunque sea solo en parte); una humanidad sobre la cual Dios puede poner el sello de su Espíritu con completa y perfecta aprobación. De manera que el maná, como el pan venido del cielo, es Cristo que vino a este mundo, como Hombre entre los hombres, aunque con la perfecta expresión de Dios en humanidad, en la cual vemos a “Dios con nosotros”. Además, a menudo Él se refirió a sí mismo como “el Hijo del Hombre”.

El pueblo debía recoger el maná desde el piso, justo donde caía, y debían ser diligentes. No debían reservarlo; no podían guardarlo para el futuro; debían recogerlo diariamente. Si no lo hacían tem­prano, antes que el sol calentara, el maná se derretía. Es por eso que necesitamos ser diligentes. ¡Ojalá entendiéramos mejor esto! El maná no cayó directo en sus bocas, sino alrededor de sus tiendas. ¿Nos damos cuenta que necesitamos ser diligentes en captar las cosas divinas? ¿Entendemos que el carácter de la Palabra de Dios es tal que, por más que sea simple en cierto sentido, su plenitud solo se puede ministrar a los que la buscan con sinceridad de corazón?

F. W. Grant

arrow_upward Arriba