Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer.
El maná era una provisión que satisfacía las necesidades diarias. No podía guardarse para el día siguiente; y si se intentaba hacerlo, este se agusanaba y hedía (v. 20). De forma similar, no podemos vivir apoyados en la comunión que ayer tuvimos con Cristo. Debemos disfrutar de Él hoy. De lo contrario, nuestras experiencias pasadas se corromperán y nos llenarán de orgullo; se convertirán en un conocimiento que envanece. ¡cuán a menudo vemos esto! Una dependencia constante en Dios, acercándonos a Él a cada momento, es lo que Él nos dice que traerá bendición. El Señor quiere mantenernos cerca suyo. Esto implica recoger el maná para nuestras necesidades actuales; entonces su sabor será como “aceite nuevo” (Nm. 11:8)—una frescura que resulta siempre del ministerio del Espíritu.
Y cuando “lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco” (Ex. 16:18). No podemos poseer mucho de Cristo. Quizás alguien puede poseer demasiado conocimiento superficial de la Palabra. Nuestro conocimiento de la verdad puede ampliarse, pero sin mucha profundidad. Sin embargo, si buscamos a Cristo, tendremos asegurada tanto la anchura como la profundidad. Por otro lado, la cantidad que poseeremos no dependerá de la medida de tiempo o esfuerzo que hallamos pasado recogiendo. No es la cantidad de tiempo lo que cuenta para Dios, sino la cantidad de corazón, y solo allí hallaremos fruto. Aquel que conoce bien nuestra necesidad, así como nuestros corazones, sabe bien cómo ministrar a la necesidad que Él ve en nuestras almas, según cuán realmente ocupados estemos con Él.
No olvidemos que aquí se trata de recoger el alimento, y que Cristo es el alimento. Él mismo es la verdad. Todo lo que aprendemos, si lo aprendemos correctamente, nos dará más conocimiento de esta Persona viva. Lo que debemos recoger es alimento (no adornos para nuestra mente), y es justamente eso lo que nos sustentará, bendecirá y lo que lo glorificará a Él.
F. W. Grant