El Señor Está Cerca

Martes
18
Mayo

Yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño … Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.

(Jeremías 1:6, 9)

¿Hablar o callar?

No es difícil identificarnos con la reacción de Jeremías cuando el Señor lo llamó a su servicio. De forma natural, el corazón humano encuentra excusas. En el caso de Moisés, él dijo: «No soy elo­cuente», Gedeón dijo: «soy el menor en la casa de mi padre». Hoy en día, muchos nos excusamos, diciendo: «estoy muy ocupado».

Jeremías dijo: “soy niño”. Evidentemente, no lo decía en un sentido literal, sino que, comparado con los príncipes y ancianos de Israel, él se vía como un simple niño. De manera similar, hoy en día, los jóvenes hermanos en las asambleas pueden decir de sí mismos: «¿Cómo puedo participar en reuniones donde hay hermanos mayo­res que saben más que yo? ¿Y si dijo algo equivocado?» La res­puesta del Señor a Jeremías nos ayuda a disipar nuestras dudas y cuestionamientos.

Primero, el Señor le dijo algo como esto al joven profeta: «Te conozco desde antes que nacieras; te aparté y elegí por profeta a las naciones». Nuestra salvación proviene de Dios; por lo tanto, la expresión de aquella salvación, en lo que respecta a la forma de actuar y hablar para Él, tiene la misma fuente: Dios mismo.

Luego, el Señor le dijo a Jeremías que le daría las palabras que debía hablar y que estaría con él para librarlo de quienes se opu­sieran a su mensaje. Si dependiéramos de nuestras propias fuerzas y recursos, nuestras dudas estarían justificadas. Pero el Señor nos da todo lo que necesitamos para hacer lo que Él nos llama a hacer. De hecho, cuando abrimos nuestras bocas para alabar su nombre o animar a los creyentes o alcanzar a los perdidos, Él siempre nos dará las palabras correctas. Como dice Proverbios 16:1: “De Jehová es la respuesta de la lengua.”

Finalmente, el Señor tocó la boca de Jeremías. ¿Vivimos lo sufi­cientemente cerca del Señor para que Él toque nuestras bocas?

G. W. Steidl

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