Tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos.
[Cristo] habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios.
(Hebreos 10:12 RVA-2015)
En Hebreos 8:1, Cristo está allí en virtud de su oficio, el cual está muy por encima del sacerdocio de Aarón. La pequeña palabra “tal” tiene un significado muy valioso. Nuestro Señor Jesucristo está sentado como sacerdote a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. Notará el lector que dice: a la diestra del trono; es una posición oficial. Hebreos nos habla del trono no desde una perspectiva gubernamental, sino como el “trono de la gracia”.
El centro de todo sostén, socorro y simpatía que los creyentes necesitan está allí, a los pies del trono; y Aquel que está sentado allí, quien gestiona aquel trono, no es otro que el bendito Varón que cargó nuestras aflicciones y llevó nuestros dolores. Él sabe lo dolorosas que son las pruebas, pues Él experimentó lo mismo. Atravesó todo eso y está calificado para obrar como nuestro sacerdote en la presencia de Dios.
En Hebreos 10:12, Él está allí sobre el terreno de la redención. Está allí en virtud de su sacrificio. En el Antiguo Testamento, todo sacerdote debía estar de pie cada día, sin jamás sentarse. El sacerdote no debía sentarse, pues su obra jamás estaba completa, ya que debía ofrecer diaria y constantemente los mismos sacrificios que no podían quitar los pecados. Hay una inmensa diferencia entre la actividad sacerdotal de Aarón y la de “tal” Sumo Sacerdote. La diferencia radica en que Cristo se sentó “para siempre”, pues su obra ha sido hecha una vez y para siempre. Por lo tanto, el orden sacerdotal del Antiguo Testamento estaba marcado por la ineficacia. ¡Cuán erróneo ha sido el ordenamiento sacerdotal (clero) que se ha extendido durante toda la historia del cristianismo, buscando imitar lo que Dios ha dejado de lado!
N. Anderson