Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios… Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento.
Cierto hombre dijo una vez: «Heme aquí con casi 65 años, me queda poco tiempo para jubilarme, pero el problema es que mi vista está empeorando cada vez más, y ahora me cuesta mucho leer, aun cuando me encanta leer»—Él se refería a leer libros de estudio y comentarios bíblicos. Luego continuó diciendo: «Le pido al Señor que me permita seguir trabajando hasta mi jubilación y que mi vista no empeore, para que así, cuando me jubile, pueda leer lo que siempre quise, pues debido a que mi trabajo me quita mucho tiempo, simplemente no pude hacerlo». ¡Qué lección nos debe dejar esto! Lo sabemos bien, y Salomón nos advirtió esto hace muchos años atrás.
Debemos redimir el tiempo. No sabemos cuánto tiempo estaremos en la tierra, pero cuando este se acabe, será demasiado tarde. Ahora es cuando debemos disfrutar al Señor, servirlo, y hacer lo que le complace. Un privilegio que Él nos da, pero que todos frecuentemente dejamos para mañana, es realizar hoy aquello que consideramos importante. En cierto sentido, a menudo todos nos dejamos distraer por cosas que no son realmente importantes, y nunca llegamos a realizar aquellas que sí lo son. Hoy tenemos la oportunidad y el privilegio de darle al Señor lo que le corresponde, honrarlo con obediencia, y rendirnos a Él. Hagamos un inventario de nuestras vidas y evaluemos si verdaderamente estamos haciendo lo que es importante. Con propósito de corazón, no sigamos posponiendo aquello que necesitamos hacer hoy.
Albert Blok