El Señor Está Cerca

Jueves
15
Abril

[Eleazar] la sacará fuera del campamento, y la hará degollar en su presencia. Y Eleazar el sacerdote tomará de la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del tabernáculo de reunión con la sangre de ella siete veces.

(Números 19:3-4)

La vaca alazana (2)

Fíjense atentamente donde era puesta la sangre. No era donde Dios y el Sumo Sacerdote se encontraban, ya sea afuera (en el altar de bronce), ni adentro (en el propiciatorio); sino donde Dios y su pueblo se encontraban para tener comunión: delante del tabernáculo de reunión. Allí la sangre debía rociarse siete veces, simplemente con el fin de recordar que ella era la base de todo.

Luego, la vaca era consumida por el fuego (v. 5). Quedando de ella solamente las cenizas: una clara demostración de que nuestros pecados no nos serán imputados nuevamente. Cristo fue consu­mido por el juicio que cayó sobre Él; y la sangre no puede volver a limpiar aquello que ya ha sido quitado. Cada parte de este sacrificio era quemada fuera del campamento. Ni la más pequeña parte era preservada para ser consumida delante del Señor (en el altar). Lo único que se reservaba era la sangre que el sacerdote (tanta como la que pudiese tomar con su dedo) tomaba como memorial y rociaba siete veces delante del tabernáculo de reunión.

La vaca también era degollada fuera del campamento. ¡Todo esto excluye por completo el pensamiento de que este sacrificio era para expiación, u ofrecido a Dios como propiciación! No, todo era para aquel que estaba inmundo. Además, todo aquel que hubiese estado en contacto con las cenizas también estaba inmundo. El sacer­dote que condujo la ceremonia; aquel que quemó a la vaca; aquel que recogió las cenizas; aquel que roció el agua de la purificación; ¡todos quedaban inmundos! (vv. 7-10). Solo había una cosa que no estaba contaminada: ¡las cenizas de la vaca! Esta es la lección de todo esto: Nadie puede relacionarse con el pecado, ni siquiera del pecado de otro, y permanecer limpio. ¡Solo Dios puede! Cuando Él trata con el pecado, Él lo juzga, lo apaga. Cuando el hombre toca pecado, o simpatiza con él o se contamina, ¡aunque lo desapruebe!

F. G. Patterson

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