El Señor Está Cerca

Martes
13
Abril

Pues, en verdad, en esta morada gemimos, anhelando ser ves­tidos con nuestra habitación celestial; y una vez vestidos, no seremos hallados desnudos … pues no queremos ser desvesti­dos, sino vestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.

(2 Corintios 5:2-4 LBLA)

Cuatro gemas de 2 Corintios 5 (2): Revestidos de nuestra habitación

En estos versículos, el apóstol nos presenta otra gema más dentro de un capitulo maravilloso lleno de ellas. Ahora pasa de la disolu­ción de nuestros cuerpos mortales a su futura condición en gloria. Al hacerlo, cambia la figura, y pasa de hablar del cuerpo como un “tabernáculo” a compararlo con una «vestimenta»; seremos “reves­tidos” de “nuestra habitación celestial”. Él utiliza tres términos para describir el estado del hombre en la muerte o al momento de la venida del Señor: “desvestidos”, “desnudos” y “vestidos”.

Cuando un creyente muere se encuentra en una condición en la que es visto como “desvestido”, en espera de la resurrección (un estado de bendición), lo cual es ciertamente “muchísimo mejor” que nuestra condición actual (Fil. 1:23). En este pasaje, Pablo también advierte del peligro de ser hallados “desnudos”. Este es el estado de los incrédulos cuando estén delante de Dios en el juicio final. Ellos serán resucitados corporalmente, pero en su condición pecaminosa. Estarán desnudos porque no serán revestidos de un vestido de jus­ticia delante de Dios, y tendrán que enfrentar la “muerte segunda”.

El ardiente deseo del cristiano es que en un futuro será revestido de un cuerpo resucitado y glorificado. Este es un punto importante sobre el que Pablo insiste constantemente en sus epístolas: la esperanza y deseo del creyente no es la muerte, ni siquiera el ir al cielo, sino la transformación que tomará lugar cuando el Señor venga. Como parte de la primera resurrección, los creyentes seremos “revestidos” de cuerpos glorificados. En ese momento, lo mortal será absorbido por la vida. El Señor Jesús venció a la muerte de una forma tal, que es posi­ble que jamás seamos desvestidos, pues cuando Él venga, ¡“los que vivimos” seremos transformados en gloria sin pasar por la muerte!

Brian Reynolds

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