Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.
¿Está tu alma familiarizada con la gracia del Padre, con la cual te escogió y aceptó en el Hijo de su amor desde antes de la fundación del mundo? (cf. Ef. 1:4; Col. 1:13). ¿Encuentras en ello el poder que te separa moralmente del mundo? En la actualidad, vivimos en un periodo muy particular de la historia de este mundo, un tiempo en el que las potestades de las tinieblas están desatando un torbellino de maldad de todo tipo, y al que serán arrastrados muchos hijos de Dios si no caminan personalmente con Él. Ante esto, es necesario que algunos, tal como sucedió con Lot, sean sacados a la fuerza de Sodoma.
Esto no significa que Dios no cuide a los suyos, sino que desea que experimenten lo que es su amor, que lo disfruten de una manera tal que sus corazones se mantengan en la frescura de los torrentes celestiales, llenos de benditos y divinos pensamientos. Aquellos que conocen de mejor manera el divino amor del Padre, también poseen una fuente celestial que fluye directamente del cielo. ¿Bebes de ese manantial? ¿No comienza todo con Dios? Sabes bien que sí, pues Él te escogió en el Hijo de su amor desde antes de la fundación del mundo. ¡Qué alegría saber que Él quiere tenerte en la ciudad celestial, ya que su amor no estará satisfecho hasta que estés asociado completamente con su Hijo en la gloria!
¡Oh, si sabes lo que posees en tu asociación con Cristo en su gloria celestial, entonces camina en el poder de ello y en la complacencia del Padre en Él! Dios quiere que recuerdes diariamente que Él te escogió desde antes de la fundación del mundo, y que Él no estará satisfecho, en la anchura de su amor hacia ti, hasta que estés en la gloria divina con su Hijo. ¡Oh! ¡Qué gozo habrá en tu corazón como resultado de la comunión con Él en los cielos!
G. V. Wigram