El Señor Está Cerca

Lunes
5
Abril

Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este taberná­culo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.

(2 Corintios 5:1)

Cuatro gemas de 2 Corintios 5 (1): nuestro tabernáculo terrestre

¡Cuán gloriosas son las «gemas» que el gran apóstol disemina a través de sus epístolas, ¡incluso cuando trata con asuntos prácticos o dificultades en las asambleas! Al escribirle a los corintios acerca de sus problemas morales, luchas carnales y variados desordenes, ¡es asombroso ver cómo utiliza las coyunturas para desplegar un panorama completo de luz y verdad celestial!

En los primeros cuatro capítulos de 2 Corintios, Pablo describe el carácter y la fuente de su ministerio. Tristemente, ¡su ministerio había sido cuestionado por los creyentes en Corinto! Él resume el propósito y el resultado de su ministerio de esta manera: “la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida” (4:2). De ahí en adelante se lanza hacia el cielo y a la eternidad: comienza con la resurrección del creyente (4:14), el contraste entre las aflicciones presentes y temporales con la eterna gloria venidera (4:17-18), ¡y luego presenta una gema doctrinal que describe el estado del creyente después de la muerte y la esperanza de un cuerpo resucitado! (5:1-8).

Pablo le escribe a los corintios acerca de la disolución de “nuestra morada terrestre, este tabernáculo”. Estos queridos hermanos, que estaban consintiendo por un lado a la carne, y por el otro tenían pen­samientos equivocados de la resurrección, necesitaban escuchar esto. El apóstol les describe la condición presente de nuestro cuerpo como un “tabernáculo” (una estructura temporal). Nosotros estamos a la espera de un cuerpo nuevo, “un edificio” que “tenemos de Dios”, el cual será eterno, ¡no temporal como nuestro “tabernáculo” actual”! En este cuerpo gemimos en espera de aquella casa que es del cielo (v. 2; Ro. 8:23). En este caso, la palabra “casa” significa «un edifi­cio que es el resultado de una construcción». Es decir, una morada sólida y permanente, la cual contrasta grandemente con el “taberná­culo” en el que vivimos ahora. ¡Qué gema y qué esperanza!

Brian Reynolds

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