El Señor Está Cerca

Día del Señor
21
Marzo

Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

(Mateo 26:39)

La oración de Jesús en el Getsemaní

Estas palabras, expresadas en oración por Cristo en el Getsemaní, cuando su alma estaba muy triste y su sudor era como grandes gotas de sangre, están escritas al menos por dos motivos.

Primero, para que podamos vislumbrar, aunque sea un poco, la agonía que el Señor Jesús padeció. Él, el manso y humilde de corazón, quién nunca le hizo ningún daño a nadie, primero sufrió a manos de hombres pecadores. Él conocía de antemano todo lo que iba a sufrir: los escupitajos, las bofetadas, los golpes con vara en su cabeza, la corona de espinas, la perforación de sus manos y pies, y, por último, su crucifixión. Lo que Él sintió lo vemos expresado, proféticamente, en el Salmo 22:14-15: “Soy derramado como agua, y todos mis huesos están descoyuntados; mi corazón es como cera; se derrite en medio de mis entrañas. como un tiesto se ha secado mi vigor”.

Sin embargo, la copa por la cual oró, dice relación específica­mente con las tres horas de tinieblas, cuando Él, cuya comida era hacer la voluntad de Su Padre, quién siempre hizo y dijo lo que el Padre hacía y decía, y nunca estuvo ni por un momento separado de Él, fue hecho pecado por nosotros. Esta fue la copa más dolorosa que Su santa alma tuvo que beber (hasta agotarla) en aquellas tres horas de tinieblas, para luego clamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

Segundo, estas palabras están en el Libro Santo para que poda­mos conocer la respuesta a aquella oración: No había ningún susti­tuto para la muerte de Cristo. No había otra forma de satisfacer las demandas de la santidad y el amor de Dios. Solo de este modo Dios podía ser “justo” y justificar “al que es de la fe de Jesús” (Ro. 3:26). Dios solo puede justificar a los impíos debido a que hizo que Aquel que no conoció pecado fuese nuestro Sustituto. Al recibir a Su Hijo por fe, nos convertimos en hijos de Dios, y “justificados...por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

A. M. Behnam

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