La tierra a la cual entras para tomarla…es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios.
Si bien Dios mantiene sus derechos sobre toda la tierra, hay un país en particular que Él llama “su tierra” y que, por lo tanto, ocupa un lugar especial en su corazón. En Levítico 25:23, Él dice: “la tierra mía es”. En Daniel 11:41 (LBLA) esta tierra es llamada “la tierra hermosa”, y en Ezequiel 38:12 “el centro (lit. ombligo) de la tierra” (RVA-2015). En esa tierra, y en medio este pueblo estaba situada Jerusalén, la ciudad amada, la ciudad del gran Rey, el lugar que el Señor tu Dios escogerá para poner su nombre y habitar allí (Dt. 12; 1 R. 11:36). El trono de Jehová estaba allí (1 Cr. 29:23). Dios enviaba sus profetas allí para que su Palabra fuera escrita.
El Hijo de Dios, Dios manifestado en carne (1 Ti. 3:16), estuvo allí; caminó y vivió en la tierra en medio de ese pueblo. Allí fue crucificado y consumó la obra de la redención—el único fundamento sobre el que Dios puede tener contacto con los pecadores y mediante la cual todas las cosas pueden ser reconciliadas con Dios. Allí Cristo resucitó y ascendió al cielo. Ese es el lugar terrenal en donde nació la Iglesia. Allí el Señor Jesús volverá del cielo para juzgar a sus enemigos (Hch. 1:11). De Jerusalén, y con Israel como centro y canal de bendición, Él gobernará la tierra con justicia y juicio (Is. 9:6).
De hecho, Israel es clave para solucionar los problemas mundiales. Allí, y no en Rusia ni Europa occidental, todo encontrará su solución; allí se desenredarán todos los problemas del mundo. Sí, Israel ocupará el lugar central en los tratos de Dios con esta tierra y, por lo tanto, ¡es la nación más importante de la tierra!
H. L. Heijkoop