¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.… Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
(Marcos 9:19, 23)
Cuando nos damos cuenta de nuestra incapacidad delante de Dios, es bueno saber que todas las cosas son posibles para Dios. Esta declaración se encuentra tres veces en el evangelio de Marcos. Primero, un padre desesperado trajo ante los discípulos a su hijo endemoniado, pero ellos no pudieron echar fuera al espíritu maligno. Una generación incrédula miraba como el demonio lanzó al suelo al muchacho cuando se acercó al Señor. El padre clamó al Señor, diciendo: “si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos”. Jesús respondió: “¿Cómo si tú puedes?” (LBLA)— ¿puedes creer tú? La fe en Dios es el eje en el que descansa la respuesta divina cuando clamamos a Él, y todas las cosas son posible para la fe.
El Señor Jesús expuso el mismo principio cuando los discípulos quedaron asombrados al oír que a quienes confían en las riquezas les sería difícil entrar en el reino de Dios. Si alguien que posee evidentes ventajas terrenales no podía asegurarse el favor de Dios, ¿entonces quién podía ser salvo? El Señor les afirmó que el carácter y la posición terrenal no tienen nada que ver con la salvación; pues todas las cosas son posibles para Dios (Mr. 10:27).
Estas situaciones muestran el poder de Dios para realizar lo imposible, pero el tercer evento es diferente. Se desarrolla en el jardín de Getsemaní mientras el Señor consideraba los sufrimientos que tenía por delante, orando: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú” (Mr. 14:36). Lo que era posible para el poder del Padre no era posible para su amor. Momentos más tarde, Jesús dijo: “la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Jn. 18:11). Con un corazón lleno de amor, Él fue a la cruz para que tú y yo pudiésemos conocer al Dios para quien todas las cosas son posibles.
Stephen Campbell
