Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
Abel, Enoc y Noé son los tres patriarcas mencionados en Hebreos 11 que vivieron antes del gran diluvio que sumergió el mundo habitable. Abel, mencionado en primer lugar, entendió que la única forma de acercarse a Dios era por medio de un sacrificio. Por lo tanto, él sacrificó por fe un cordero, y Dios aceptó su ofrenda. Este es el punto inicial de una relación con Dios.
De Enoc aprendemos que para complacer a Dios en un mundo impío, debemos caminar por fe, separados de este presente mundo malo. El fiel andar de Enoc con Dios trajo complacencia al corazón de Dios, de manera que antes que llegara el juicio, “Enoc fue traspuesto para no ver muerte”.
Noé fue salvo. Él creció bajo la influencia de Lamec, su padre, el cual fue un hombre temeroso de Dios. El padre de Noé, su abuelo, y su bisabuelo fueron todos hombres de fe.
Noé fue el instrumento escogido por Dios para preparar un arca que lo salvara a él y a su familia del diluvio, el que traería el juicio de Dios bore la tierra. Noé, movido por fe y habiendo demostrado su fidelidad, estuvo dispuesto a llevar a cabo el inmenso proyecto de construir un barco en tierra seca. Dios mismo le proporcionó los planos de construcción. Durante los 120 años que duró la construcción del arca, Noé fue un predicador del justo juicio de Dios que vendría. Tristemente, nadie prestó atención a la advertencia que Dios estaba dando. Solo Noé y su familia entraron al arca que Dios había provisto.
Hoy en día sigue siendo cierto que Dios ha provisto una forma de escapar del juicio venidero. El Señor Jesucristo, nuestro Salvador, es la provisión de Dios. Él es el Arca segura puesta para nuestra salvación y eterna bendición.
Jacob Redekop