El Señor Está Cerca

Sábado
27
Febrero

Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas.

(Apocalipsis 17:1)

Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.

(Apocalipsis 21:9)

La falsa esposa y la esposa del Cordero

Vivimos en los últimos días. El Señor Jesús pronto vendrá para lle­var de esta tierra a su esposa. En aquel momento todos los verda­deros creyentes serán arrebatados juntos al cielo, mientras que los cristianos profesantes, es decir, todos los que dijeron ser cristianos pero que realmente no poseían vida espiritual, se quedarán.

En Apocalipsis 17 vemos a la cristiandad profesante presentada como la gran ramera. La similitud entre los primeros versículos del capítulo 17 y el capítulo 21:9 es realmente notable. La introducción es sencillamente la misma. Sin embargo, en los capítulos 17 y 18 leemos una descripción de la falsa esposa, la gran ramera, que también es descrita como una ciudad. Luego del juicio de esta, nos encontramos con la descripción de la verdadera desposada (Ap. 21), la esposa del Cordero, que también es vista como una ciudad.

La gran ramera ocupa un lugar prominente en la tierra. Ella está vestida de purpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras precio­sas y de perlas—dignidad imperial, y las cosas más costosas cono­cidas sobre la tierra. Aparentemente estas son las mismas joyas que posee la esposa (Ap. 21:18-21). Sin embargo, la ramera es la cristiandad sin Cristo, la religión sin Dios. Pero cuando llegue a la cúspide de su poder, será destruida. El capítulo 18 describe su juicio y lo que acarreará para el mundo. Antes de que lleguen las bodas del Cordero en el cielo, la gran ramera primero debe ser juzgada.

¿A quién perteneces? ¿Eres parte de la esposa? ¿Posees vida divina como resultado de haber confesado fielmente tus pecados delante de Dios, y haber creído en la Persona y en la obra del Señor Jesús? ¿O tu cristianismo es simplemente una formalidad vacía; una formalidad que retienes porque te conviene y te hace sentir cómodo? Si es esto último, permita Dios que te arrepientas, pues hoy es el día de salvación.

H. L. Heijkoop

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