El Señor Está Cerca

Miércoles
17
Febrero

Al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven ... y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. Mien­tras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver?... ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.

(Mateo 11:2-9)

Los profetas y sus profecías — Juan el Bautista (6)

Juan el Bautista, quien había sido buscado por multitudes de israelitas arrepentidos, encontraba que la prisión era un duro lugar para estar. Herodes lo encarceló por denunciar su matrimonio con la esposa de su hermano, Herodías, pero lo dejó en prisión para mantenerlo a salvo de ella. Mientras tanto, él lo escuchaba con gusto (Mr. 6:19-20). A medida que los días pasaban, nada cambiaba para Juan y sus pensamientos lo invadían: «Jesús había hecho milagros», entonces ¿por qué no estaba haciendo nada para ayudarlo? ¿Se había equivocado en decir que Él era el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo?

Él envió a dos de sus discípulos para que le preguntaran direc­tamente a Jesús. "En esa misma hora sanó a muchos de enferme­dades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista" (Lc. 7:21). Entonces Jesús envió de vuelta a los mensajeros para que le contaran a Juan lo que habían visto y oído. Su poder no había disminuido. "Bienaventurado el que no halle tropiezo en mí". A menudo tampoco entendemos sus caminos. Pero sus caminos y pensamientos son más elevados que los nuestros, como los cielos son más altos que la tierra. ¡Debemos caminar por fe, no por vista!

¡Con cuánto vigor defiende el Señor a su profeta ante la multitud, quienes habían oído aquella pregunta! Juan no era una caña sacu­dida por el viento. ¡Estaba en la prisión del rey, no en su palacio! ¡Era un profeta que había sido objeto de una profecía, y si ellos lo hubieran recibido, él hubiese sido el Elías que había de venir! ¡Maravilloso Señor!

Eugene P. Vedder, Jr.

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