El Señor Está Cerca

Día del Señor
14
Febrero

No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades.

(Salmos 103:10)

Dios castigó a su hijo en nuestro lugar

¿Alguna vez te ha sucedido que al leer las Escrituras descubres algo que nunca habías visto? Eso fue lo que me sucedió una mañana cuando leí estas palabras escritas por el “dulce cantor de Israel”.

Este es un salmo maravilloso que exhorta a los creyentes a “ben­decir” al Señor. Exalta y magnifica su misericordia para con Israel (la cual también se extiende para nosotros en este periodo actual de la iglesia). Sin embargo, la expresión “con nosotros” fue la que captó mi atención durante mi lectura. ¿No es conmovedor ver que Dios no hizo con nosotros conforme a nuestros pecados? Ahora bien, esto no significa que Él no se haya ocupado de nuestros pecados. Sin duda trató con ellos, y lo hizo con justicia y conforme a su santidad. Sin embargo, Él no trató “con nosotros” nuestros pecados, sino que se encargó de ellos en la Persona de su amado Hijo. Muchos tienen el concepto de que la gracia, la misericordia y el perdón de Dios tienen que ver con que Él piensa livianamente de nuestros pecados, tal como lo hacemos nosotros. ¡Para nada! De hecho, Él no puede «esconderlos debajo de la alfombra» (como quizás lo hacemos nosotros), sino que resolvió la cuestión de nuestros pecados de una manera que Él ha sido glorificado en ello y nosotros hemos sido jus­tificados. Justificación significa que Dios ahora declara, o reconoce, justos a aquellos que creen en Jesucristo (Ro. 4:5).

No nos olvidemos de esto. Es fácil ser ligeros con nuestros peca­dos o con los pecados de otros. Sin embargo, Dios los ha tomado seriamente, muy seriamente. Él “no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Ro. 8:32). Un escritor de himnos captó bien esta verdad:

«El Dios santo condenó tu vida, oh culpable tu suerte es morir;
Mas la cruz a la vez te demuestra cómo pueda en su amor redimir»

Dios no hizo con nosotros conforme a lo que merecíamos, sino que puso a su Hijo en nuestro lugar. ¡“Bendice, oh alma mía, al Señor”!

Brian Reynolds

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