El Señor Está Cerca

Jueves
4
Febrero

No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No que­brará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare.

(Isaías 42:2-3)

El ejemplo del Siervo perfecto

El significado del versículo 2 es visto en las instrucciones de Pablo a los siervos en 2 Timoteo 2:24: “El siervo del Señor no debe ser con­tencioso, sino amable para con todos”. El Siervo perfecto no utilizó un tono de voz elevado ni alterado, y sus siervos tampoco deberían hacerlo. El siervo de Cristo debe conducirse según el modelo de su Maestro, con un espíritu de bondad y una disposición a enseñar, junto con la expectación piadosa de que Dios intervendrá y otorgará arrepentimiento a quienes se oponen a la fe.

“No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare”. Esta es una característica adorable del Siervo. Su tarea demanda la mayor tenacidad, y los millones de oponentes que aparecen en el camino deben ser superados antes de asegurar su reino. Sin embargo, Él no lo hace, ni lo hará, pasando por alto a los débiles. Es cierto que la apariencia altiva del hombre será rebajada, pero también es cierto que Él no quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare.

“El pabilo que humeare”—hay un punto en el que cualquier movi­miento en falso puede apagar una mecha humeante, mientras que un cuidado bondadoso puede reavivar la llama. Hay un punto en el que un toque tierno y bondadoso lo significa todo. Ciertamente, Simón Pedro era un pábilo humeante cuando, luego de haber negado al Señor con maldiciones, él salió de donde estaba y lloró amargamente. El Maestro no apago aquel pábilo humeante. Él ya había orado profunda y fervientemente por Pedro, intercediendo para que su fe no faltara, para que la llama que estaría alumbrando tenuemente no se extinguiera. Solo una mirada en el momento crí­tico, seguida por palabras fuertes y tiernas, fueron lo que restaura­ron a Pedro en el servicio al Señor.

J. S. Blackburn

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