Para que andéis como es digno del Señor … dando gracias al Padre … el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo [Hijo de su amor; VM], en quien tenemos redención … el perdón de pecados.
No solo somos hechos aptos para la herencia de los santos en luz, el Padre también nos ha libertado de la potestad de las tinieblas. Satanás y sus emisarios son “los gobernadores de las tinieblas de este siglo” (Ef. 6:12). El mundo, enceguecido por Satanás, y a pesar de toda su civilización, descubrimientos e inventos, está en “tinieblas” y en ignorancia de Dios. El cristiano ha sido libertado de la potestad de las tinieblas y ha sido puesto bajo otra autoridad, la autoridad de Aquel que está en un lugar magnifico y grandioso, y que se encuentra relacionado con Dios como “el Hijo de su amor”.
Pronto, Cristo será manifestado en la tierra y en su reino como el Hijo del Hombre. Pero esta Persona gloriosa, cuyo dominio es puesto sobre nosotros, es Aquel de quien el Padre pudo decir: “Este es mi Hijo amado; a Él oíd”. Al ser puestos bajo la autoridad del Hijo de su amor, venimos a Aquel que no solo puede protegernos de todo mal y suplir todas nuestras necesidades, sino que también puede satisfacer el corazón con su fiel amor. No solo somos hechos aptos para la luz (la luz de Dios), sino que estamos bajo la autoridad del amor, el amor del Padre revelado en el Hijo.
El versículo 14 nos recuerda cuál es el terreno correcto sobre el que somos hechos aptos para la luz y trasladado al reino del amor. La obra de Cristo en la cruz quitó todo lo que se interponía entre nosotros y las bendiciones, de manera que podemos decir: “Tenemos redención…el perdón de pecados” en Cristo.
Puesto que la posición y las relaciones son resultado de la obra de Cristo, estas son tan perfectas como la obra misma. Podemos crecer en nuestra comprensión de ellas, pero no puede haber un crecimiento en las bendiciones mismas.
Hamilton Smith
