(Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
Puesto que Cristo es objeto del amor de Dios, también lo es del nuestro, pues nuestra comunión es con el Padre, así como con el Hijo. Cristo, el Hombre glorificado, y que ahora está sentado a la diestra de Dios, es el objeto del corazón de Dios y el centro de la gloria. Dios se deleita en Aquel que vindicó su honor, lo glorificó en cada uno de los atributos de su carácter, y abrió la senda para que su amor fluyera en plenitud. El Padre desea que participemos de su gozo.
Somos llamados a compartir con Dios sus pensamientos, su amor y su gozo en su Hijo amado. Cristo satisface plenamente el corazón de Dios y, sin duda alguna, también es suficiente para satisfacer el nuestro; Él llena los ojos de Dios, y bien puede absorber toda nuestra mirada. Cristo nunca se despojará de la humanidad que adquirió, y llenará nuestra mirada y nuestros corazones plena y perfectamente. ¡Veremos su rostro y jamás nos cansaremos de empaparnos de su belleza! Escucharemos su voz, ¡y atesoraremos cada palabra que salga de su boca! Todo lo que veremos y oiremos llenará nuestras almas de un placer inefable. Será para nosotros un gozo interminable el postrarnos a sus pies en adoración y alabanza.
Señor, en anticipación de tales momentos, quita de nuestra mirada todo lo que te esconda de nuestros ojos, para que así podamos sentirnos atraídos y ocupados completamente de tu bella Persona.
E. Dennett
¡Oh, Dios! has cautivado nuestro corazón
Por Cristo tu Hijo amado
Tu amor llena de gozo nuestra visión
un gozo que Él nos ha ganado.
T. H. Reynolds