El Señor Está Cerca

Miércoles
27
Enero

Para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.

(Colosenses 1:29)

El poder que actúa en nosotros

Dondequiera que el apóstol Pablo iba, hablaba de Cristo, amones­tando a todo hombre y enseñándoles en toda sabiduría. Pudo hacerlo porque el poder de Cristo operaba en él. Una fuente de poder com­pletamente distinta lo había vitalizado cuando respiraba “amenazas y muerte contra los discípulos del Señor” (Hch. 9:1). Desde ahí en adelante, solamente el Señor era quien actuaba en él; ahora era un siervo obediente y deseoso de complacer a su Maestro.

Este principio, ¿se aplica solamente a Pablo o también se aplica a cada uno de nosotros? ¿Acaso no tendemos a decir que esto era algo muy cierto para Pablo, pero que no es lo mismo para noso­tros? ¿Pensamos que no somos capaces de hablar de Cristo, pues nos encontramos tan abrumados con el trabajo cotidiano o porque no somos dignos de llevar a cabo esa misión? ¿Suspiramos por la falta de poder en la actualidad? Pablo mismo dijo que era “torpe en el hablar” (2 Co. 11:6 LBLA); trabajó con sus propias manos para su sustento, y “con afán y fatiga día y noche” (2 Ts. 3:8); habló de sí mismo como el “principal de los pecadores”, y también escribió: “cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Co. 12:10). Pablo trabajó mucho más que cualquiera de sus contemporáneos debido a la gra­cia de Dios que estaba con él.

La verdadera humildad nos llevará a hacer con gusto lo que el Señor nos manda, pero jamás será una excusa para desobedecer. Debemos obedecer, y El obrará. Confiemos en Dios, “que es pode­roso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Ef. 3:20). Él nos dará todo lo que necesitamos: tiempo, paz de cora­zón, sabiduría, las palabras adecuadas, y lo que sea que necesita­mos para cumplir la tarea que se nos ha confiado.

K. H. Wittenburg

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