El Señor Está Cerca

Sábado
23
Enero

Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

(Génesis 3:15)

Algunos sacrificios en Génesis (3)

La serpiente le hizo una pregunta muy sutil a Eva con respecto al hecho de comer de todo árbol del huerto. Esto hizo que ella se preguntara si Dios estaba en lo correctoy y la llevó a apartarse de la Palabra de Dios y a añadirle algo, lo que a su vez debilitó, en su corazón, lo que Dios había dicho. Ahora Eva estaba lista para dar el siguiente paso en el error. Cuando la serpiente vio que la brecha era clara, negó la Palabra de Dios, diciendo: “No moriréis”. Duda, negación, medias verdades, mentiras, desobediencia; todo esto condujo a la caída.

Cuando Adán y Eva se dieron cuenta de lo que había sucedido, trataron de justificarse delante de Dios cosiendo hojas de higuera para hacerse delantales. Pero se dieron cuenta que sus esfuer­zos eran inútiles y finalmente “se escondieron de la presencia de Jehová” (v. 8). Con una sola pregunta hecha a Adán (quien después de todo era el responsable), Dios dejó todo al descubierto. El Crea­dor es el Juez justo, por lo que condenó primero a la serpiente. ¡Y esto es lo que trae ante nosotros el maravilloso versículo del día de hoy! En una breve frase, Dios habla del conflicto entre la mujer y la serpiente, y entre sus descendientes. La Simiente de la mujer hace referencia al misterio de Dios hecho Hombre (Is. 9:6), el Mesías que vino en el cumplimiento del tiempo, nacido de mujer (Gá. 4.4).

Dios también da a conocer las dos venidas del Mesías: una en debilidad, la otra en poder; pero ambas estarían marcadas por la victoria. La primera venida fue una victoria en debilidad, una victoria moral, la cual tuvo su clímax durante los insondables sufrimientos de la cruz. Allí Él triunfó sobre el enemigo y todo su poder. Por su muerte en la cruz, Cristo dejó sin poder al que tenía el imperio de la muerte, y manifestó su victoria al resucitar de entre los muertos.

Muy pronto, la Simiente de la mujer, cuyo calcañar fue herido, des­plegará su triunfo sobre Satanás y la muerte. ¡Alabado sea Dios! En su segunda venida, Cristo aplastará la cabeza de la serpiente.

Alfred E. Bouter

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