El Señor Está Cerca

El mismo pensamiento de “la cruz” es el de una muerte bajo juicio; una muerte vergonzosa; y creemos que, casi invariablemente, los ver­sículos en las epístolas que hablan de la muerte de Cristo como “la cruz”, la consideran como un juicio, como una afrenta al honor y una vergüenza. Asegurémonos de que todos entendamos esto. El Señor Jesús se humilló a sí mismo hasta la muerte, “y muerte de cruz”. Cla­vado en una cruz romana, levantado de la tierra, Él fue puesto púbi­camente bajo el juicio del hombre y marcado abiertamente por la vergüenza. Esto no fue realizado por hombres necios y degenerados, sino que fueron los “gobernantes” de este mundo (Sal. 2:2)—principa­les en los campos de autoridad, inteligencia y religión—los que «cru­cificaron al Señor de gloria».

De manera que, el Señor de gloria, expuesto como objeto de desprecio en esta cruz central, sufrió el ser eclipsado por un breve momento en la historia de la eternidad. Para todas las apariencias externas fue juzgado y avergonzado en este mezquino mundo del hombre rebelde e insensato. Sin embargo, como nunca antes, y lejos de ser puesto en vergüenza, fue glorificado, y Dios fue glorificado en Él. Sus propias palabras lo expresaron de antemano en Juan 13:31.

Así que la cruz, tal como Dios la vio; tal como los ángeles la vieron; tal como los creyentes la ven hoy; y tal como todo el universo la verá, no fue la vergüenza de Jesús bajo el juicio de la sabiduría y el poder de los príncipes de este mundo, sino la glorificación del Hijo del hom­bre. A su vez, la cruz puso a los gobernantes de este mundo, junto con su sabiduría y poder imaginarios, bajo una sentencia de vergüenza y juicio de parte de Dios. Efectivamente, la cruz fue la expresión del jui­cio, pero el juicio de este mundo. Solemnemente instamos a cada uno de nuestros lectores a que responda a esta pregunta: ¿Has aprendido el significado de la cruz de Cristo de esta manera?

F. B. Hole