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Tres «Yo soy»
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«Y Moisés dijo a Dios: He aquí… cuando... me pregunten: ¿Cuál es su nombre? ¿Qué les responderé? Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY… Este es mi nombre para siempre» (Éxodo 3:13-15)
«Yo estoy (griego: Yo soy) con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo» (Mateo 28:20)
La vida está ahí, con sus trastornos, sus sorpresas, sus choques, sus necesidades, sus deberes imperiosos. Hay que vivirla. Y vivirla bien. ¿Cómo? Dando a Dios y al Cristo de Dios, nuestro Salvador, el lugar que merece en nuestros corazones y en nuestras vidas. Al recibir el Evangelio, descubrimos tres cosas esenciales que nos ayudarán a levantar la cabeza, a avanzar con valentía, pero también a captar todas las posibilidades de Dios para crecer en la piedad porque en ella «todo es provechoso» (1 Tim. 4:8). Y viviremos en la realidad de estas tres promesas:
- Yo soy el que soy –la realidad de Dios Creador y Todopoderoso,
- Yo estoy con vosotros todos los días –la realidad de una Presencia permanente,
- Yo soy… el que vive –la realidad de la victoria segura y definitiva del Señor.
1 - YO SOY EL QUE SOY
Qué reconfortante es saber que por encima de todo conocimiento, de toda ciencia, hay un solo Dios, el Dios de la eternidad, el que reina y gobierna, el que ama y salva, el que suelta y libera. Nos ha dado vida, y vida para la eternidad. Creo en este Dios, Creador y Salvador: el Dios que creó los mundos, y que creó la humanidad; el Dios que, para darnos la redención de espíritu, alma y cuerpo, entregó a su amado Hijo por nuestros pecados y «cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros» (Is. 53:6) en el madero del Calvario, para que creyendo en él tengamos vida. ¿Es tu Dios? ¿Le sirves? ¿Le amas?
2 - YO ESTOY (griego: YO SOY) CONTIGO TODOS LOS DÍAS
Es su presencia permanente. Creo en la eficacia de esa presencia. Presencia que nada altera, presencia total, suficiente. Presencia de Jesús que contiene todo en su persona –toda nuestra seguridad y toda nuestra esperanza. En nuestros tiempos de incertidumbre, ¿no es esto algo que cuenta? Una roca sobre la cual mi pie puede descansar, una seguridad inquebrantable, gratuita, que ilumina nuestras dudas y nuestro caminar: «Yo estoy contigo todos los días». Los días huyen, pero la presencia permanente del Cristo Redentor permanece eternamente. ¿Lo conoces?
3 - YO SOY… EL QUE VIVE
«Yo soy el primero y el último, y el que vive; y yo estuve muerto, y vivo por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 1:17-18).
Con estas palabras, con todo el Evangelio, ante un mundo donde reina la muerte, ¡nos atrevemos a afirmar la vida! Hay, por tanto, en medio de todos los desastres, de todas las noches, de todas las muertes, una claridad que puede brotar y proyectar a distancia una alegría sin confusión. Y este gozo es para todos los que han recibido y creído la promesa del Señor: «Porque yo vivo, vosotros también viviréis» (Juan 14:19).
Está vivo. Él tiene «las llaves de la muerte y del Hades» (Apoc. 1:18); no solo la muerte ya no tiene poder sobre él, sino que él tiene todo el poder sobre ella. Él «abolió la muerte, y sacó a luz la vida y la incorruptibilidad» (2 Tim. 1:10). Si pasó por la muerte, él, el Príncipe de la vida, lo hizo por amor. Pero «el amor nunca se acaba» (1 Cor. 13:8). Su resurrección es la promesa de la resurrección de su pueblo. Él es el primer fruto de la cosecha inmortal que se recogerá en los graneros celestiales.
En su mano traspasada, Jesús pronto sostendrá el cetro del mundo. ¿Y estaríamos preocupados? ¿Porque las cosas no van como quisiéramos, y porque tenemos que lamentar las derrotas, creeríamos que todo está mal, que todo está perdido? ¡No! ¡Cuando las cosas van mal, para el cristiano va bien, para el cristiano todo está bien! ¡Porque el Señor Jesús, Cristo el Salvador, vive por siempre y para siempre!
Tres palabras divinas y fuertes. Alimento espiritual intenso. Provisiones para el camino. Se los dejo a usted, querido lector. ¡Que sean su luz en el camino de cada día!
G. Tribolet
Jesucristo es el principio, el medio y el fin de nuestra salvación: debemos comenzar por él, continuar en él y terminar con él.
J. Calvino
Rompiendo sus lazos funerarios, Cristo salió de las tinieblas;
El cielo y la tierra cantaron: ¡Jesús ha resucitado!
Él vive, el Salvador de la gloria. Sepulcro, ¿dónde está tu victoria?
Cristo destruyó sin esfuerzo el poder de la muerte.
Ya que la muerte fue seguida por el triunfo de la vida,
Quiero, Jesús, por la fe, morir y vivir contigo.Traducción libre de un cántico desconocido