Índice general
Josafat y el problema de las malas asociaciones
2 Crónicas 17 y 18; 2 Reyes 3
Autor:
Josafat Las malas asociaciones
Temas:Ed. Ernst Paulus Verlag
Josafat era un hombre y un rey temeroso de Dios. Hizo lo que era correcto a los ojos de Jehová. Esta es la valoración que Dios hace de su vida en su Palabra (1 Reyes 22:43). Sin embargo, hay una cosa en la vida de Josafat en la que cayó repetidamente: hizo malas asociaciones. En la época actual, de pretendida tolerancia y de mezcla, este es un tema de actualidad que merece reflexión y autocrítica.
1 - Un buen comienzo
Josafat tuvo un muy buen comienzo al principio de su reinado (2 Crón. 17:1ss). Se mostró fuerte contra la nación hermana de Israel, el reino del norte, el de las 10 tribus. Al hacerlo, no luchó contra sus hermanos, sino que defendió su propio país colocando guarniciones en las ciudades, fortificándolas así contra posibles ataques. Modeló su comportamiento en base a lo que había hecho su padre David. No actuó como los reyes de Israel y rechazó la idolatría. Con tal conducta, hizo la experiencia las ricas bendiciones de Dios.
2 - Fortalecer las ciudades
Si aplicamos esto a nuestra época, aprendemos importantes lecciones para nuestro comportamiento en la cristiandad. No nos corresponde luchar contra otros cristianos, pero está claro que nos corresponde defender los bienes espirituales que Dios nos ha dado para que no se pierdan.
Ya sean las verdades del Nuevo Testamento sobre la seguridad eterna de la salvación, sobre las bendiciones espirituales, o sobre Cristo y su Asamblea, siempre existe el peligro de perder el conocimiento y la realización práctica de las mismas. Por tanto, debemos cuidar de conocer estas verdades, de tener una convicción firme de ellas, para poder también vivirlas y defenderlas cuando sean atacadas.
3 - Seguir los pasos de David
En nuestro camino personal y común, aprendemos de Josafat a no seguir la idolatría, sino a orientarnos hacia lo que Dios ha comunicado en su Palabra desde el principio. El rey Acab, que gobernaba en Israel en la época de Josafat, servía a Baal. Era el dios principal de los cananeos. Pero no fue así como empezó todo.
Después de la división del pueblo, los reyes de Israel habían querido inicialmente sacrificar a Jehová. Pero querían hacerlo en los lugares que ellos habían establecido y en el altar que habían construido. Esto era idolatría según sus propios pensamientos y voluntad. Este fue el comienzo de la desviación.
Josafat, por el contrario, quería permanecer en los caminos de Jehová, como había hecho su padre David. Al igual que los primeros cristianos de los Hechos, nosotros también queremos permanecer dentro de la enseñanza de los apóstoles (Hec. 2:42).
Los pensamientos y principios de Dios no cambian, y no es necesario adaptarlos a la situación actual. Por supuesto, hay cosas en nuestra vida que están sujetas a cambios. Ya sea el uso del lenguaje, de la moda o de las herramientas técnicas que utilizamos, muchas cosas cambian. Sin embargo, los principios de Dios no cambian. Nuestro lenguaje debe ser apropiado (Efe. 5:3-4), debemos vestir decentemente (1 Tim. 2:9) y la impureza y la codicia deben ser juzgadas (Col. 3:5).
Los principios de la reunión de los creyentes tampoco cambian. Sigue siendo necesario mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efe. 4:3). Como antes, el Espíritu Santo debe dirigir y guiar (1 Tes. 5:19). Como antes, las mujeres deben guardar silencio en las reuniones (1 Cor. 14:34). Cuando se trata de reunirse, no hay necesidad de crear algo nuevo, sino de mantener y practicar de forma viva lo que Dios estableció hace tiempo. También en esto, el buen comienzo de Josafat es un estímulo para nosotros.
4 - Enseñar con el libro de la Ley
En estas circunstancias, Josafat se apoyaba en la Ley de Jehová. Envió a sus líderes y a los levitas por todo el país para enseñar al pueblo con el libro de la Ley de Jehová. Este libro era la base de la enseñanza.
Para nosotros, toda la Palabra de Dios es la base de nuestra conducta y de nuestra vida. Si prestamos mucha atención a la Palabra de Dios, conoceremos sus pensamientos y nos será mucho más fácil discernir su voluntad para nuestras vidas.
Volvamos a darnos cuenta de que es nuestra responsabilidad ser capaces de justificar por nosotros mismos, a partir de la Palabra de Dios, lo que hacemos y cómo lo hacemos. Y reconozcamos también nuestra responsabilidad, ¡cómo y dónde transmitimos algo!
5 - Una relación familiar defectuosa en el ámbito familiar
En este buen comienzo, Josafat experimentó la ayuda y la bendición de Dios. Pero cuando adquirió mucha riqueza y honor, se emparentó con Acab. Su hijo Joram se casó con una hija de Acab, el malvado rey de Israel (2 Crón. 21:6).
Acab era un hombre muy impío, casado con una mujer aún más impía, Jezabel. ¿Cómo es posible aliarse con un hombre así? ¿Podemos decir realmente que debemos seguir el amor dondequiera que nos lleve? ¡Nunca!
La luz y las tinieblas nada tienen que ver una con la otra. Un creyente y un incrédulo no tienen nada en común (2 Cor. 6:14-15). Esta debe ser una convicción fundamental para nosotros. Si solo pensamos en ello cuando nos hemos enamorado, suele ser demasiado tarde.
6 - Un comienzo “inofensivo”
En el caso de Josafat, todo parecía ir bien al principio. Pero después de unos años, aceptó una invitación de Acab. Hubo un gran festín –Acab mató mucho ganado pequeño y grande. En esta fiesta, Acab el impío incitó a Josafat a unirse a él en una batalla. ¿Cómo es que Josafat pudo decir?: «Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo» (2 Crón. 18:3). ¿Puede esto salir bien?
Lo que ocurre a continuación deja claro que, en una alianza así, resulta extremadamente difícil discernir la voluntad de Dios. Josafat acabó perdiendo su identidad por completo. Lo confunden con el rey de Israel (2 Crón. 18:31). Se salvó por poco de perecer en la batalla.
Por la gracia de Dios fue preservado, pero Dios tuvo que reprenderlo seriamente (2 Crón. 19:2). Josafat reconoció su error y volvió a Jehová. Pero su hijo Joram, que había tomado como esposa a la hija de Acab, abandonó a su Dios, e hizo lo que era malo (2 Crón. 21:6). ¡Este es el triste resultado de una relación equivocada!
¿Cuál es la lección para nosotros mismos y para nuestras relaciones personales? No tiene por qué tratarse directamente de un matrimonio. Las amistades que tenemos son también relaciones que están destinadas a ser influyentes.
Por supuesto, debemos actuar con prudencia y tener en cuenta el entorno en el que vivimos. Pero no debemos perder de vista los peligros fundamentales.
La historia de Josafat pone de manifiesto estos peligros:
- Son el resultado de la falta de vigilancia.
- Suelen empezar de forma inofensiva, pero no se quedan sin influencia. El inofensivo comienzo suele ir seguido de un terrible final.
- Las acciones conjuntas (en el caso de Josafat, un banquete en común), que a primera vista parecen inofensivas, conducen a alianzas totalmente torcidas.
- El discernimiento de la voluntad de Dios se hace cada vez más difícil.
- Las relaciones de una persona influyen en otras.
- Al final hay una pérdida total de identidad (Josafat es confundido con el rey de Israel).
- La gracia de Dios puede preservar y traer de vuelta, pero a menudo la generación que sigue está «perdida».
Tomemos muy en serio la advertencia de la historia de Josafat. Tanto si se trata de nuestras relaciones o asociaciones en el mundo o en la cristiandad, debemos preguntarnos siempre si la relación que estamos haciendo está de acuerdo con el pensamiento de Dios. Debemos preguntarnos siempre si, a través de esta relación, nos estamos acercando o no al Señor Jesús.
En nuestra vida de fe, somos el objetivo de Satanás. Quiere hacernos caer, y para ello, le gusta utilizar las relaciones que entablamos. Necesitamos estabilidad y permanecer firmes. Por lo tanto, ¡evitemos cuidadosamente todo lo que pueda resultar peligroso para nosotros!
7 - Los vínculos erróneos en el ámbito económico y profesional
A pesar de sus desafortunadas experiencias, Josafat desgraciadamente repitió 2 veces más el grave error de entrar en malas relaciones. No fue con el malvado rey Acab con quien retomó el contacto, sino con Ocozías, hijo de este, que le sucedió como rey de Israel. Él también actuó impíamente (2 Crón. 20:36). Sin embargo, Josafat hizo una empresa conjunta con Ocozías. Iniciaron un proyecto de construcción de barcos y construyeron una flota en Ezión-geber para ir a buscar oro a Tarsis.
El relato bíblico no aclara quién tomó esta iniciativa. Pero la Biblia deja claro lo que Dios piensa de esta empresa y cuál fue el resultado: Dios condena la relación defectuosa y destruye la obra, de modo que ningún barco pudo zarpar para buscar oro en Ofir. Las naves se rompieron y no pudieron llegar a Tarsis (2 Crón. 20:37).
7.1 - Una cosa puede ser buena en sí misma…
En sí misma, la idea de ir a buscar oro de Ofir a Tarsis no era en absoluto objetable. Salomón ya había dispuesto del oro de Ofir para construir el magnífico templo y sus utensilios (1 Crón. 29:4). Porque el oro de Ofir era conocido por su buena calidad (Gén. 2:11-12 que debe relacionarse con 10:29).
Por desgracia, el oro de Ofir también fue para desgracia de Salomón, pues lo acumuló en grandes cantidades, en contra de las instrucciones de Dios (1 Reyes 10:22 y Deut. 17:17). Sin embargo, el Salmo 45 deja claro que sacar oro de Ofir puede ser algo bueno si se pone en marcha según los pensamientos de Dios.
En este salmo leemos algo de la gloria de la reina. Está a la derecha del rey, adornada con oro de Ofir (Sal. 45:9). Esto se cumplirá plenamente en el tiempo del reinado milenario, cuando la esposa terrenal, el remanente de Israel, será como una reina adornada con «el oro de Ofir» (v. 9), para honor y gloria del Señor Jesús, el verdadero Rey.
7.2 - …y ser hecha de manera errónea
Pero no basta con hacer algo bueno en sí mismo. También depende de cómo se haga. Tanto en las tareas terrenales como en las espirituales, el buen fin o la recta intención nunca santifican los medios utilizados.
En el caso de Josafat, fue el vínculo defectuoso al que Dios tuvo que culpar (2 Crón. 20:37). En estas condiciones, Dios no podía conceder ni bendición ni éxito. Esta es una seria advertencia para nosotros también, y tiene aún más peso ya que Josafat había hecho previamente la experiencia que Dios lo había bendecido en el camino correcto de la fidelidad y de la separación.
8 - En la actualidad
Cuando pensamos en nuestras obligaciones en la escuela, en la formación y en el trabajo, nos damos cuenta de que siempre estamos en el mundo. Ahí es donde están nuestras tareas y contactos. No podemos ni debemos salir del mundo, sino que tenemos que seguir fielmente nuestro camino en el entorno donde el Señor Jesús nos ha colocado. Ser cristiano no cambia principalmente nuestra situación terrenal, pero en Cristo tenemos la fuerza y el gozo de vivir para su gloria en cada situación.
Tenemos que hacer nuestro trabajo y para ello dependemos de nuestros contactos en el mundo. Tenemos profesores, compañeros de clase, de trabajo y muchas otras personas con las que debemos trabajar. Es precisamente en estos contactos donde podemos ser testigos del Señor Jesús.
Pero hay límites. Si, por un lado, estamos todavía en el mundo, por otro lado, no somos del mundo (Juan 17:11, 14). Y nunca debemos estar unidos «en yugo desigual» con los incrédulos [1]. Esto se explica claramente en 2 Corintios 6:14.
[1] Un «yugo desigual» ocurre, por ejemplo, cuando un creyente y un incrédulo inician juntos una empresa.
Los objetivos, los principios y las orientaciones del creyente y del incrédulo son demasiado diferentes. Por eso el juicio de Dios en nuestro tiempo es tan claro como lo fue en el tiempo de Josafat. ¡Y él nos ayudará a trazar los límites en el lugar correcto! ¡Que nos impida dar un paso demasiado lejos! Ahí es precisamente donde reside el peligro en el mundo actual.
9 - El vínculo erróneo en un conflicto contra Moab
A pesar de la doble reprimenda de Dios y de las desafortunadas experiencias de Josafat, este comete el mismo error de involucrarse en un vínculo ilícito. No condenamos a Josafat, pero su historia nos hace conscientes de nuestras propias debilidades e inclinaciones.
Esta vez se trata de un asunto o asociación con Joram, otro hijo de Acab, que sucedió a su hermano Ocozías en el trono real. Ocozías solo reinó por poco tiempo, y luego su hermano Joram se convirtió en rey. No era tan malo como su padre Acab, la Biblia lo dice explícitamente (2 Reyes 3:2). No sirvió a Baal y eliminó las estatuas erigidas a su imagen. Pero se aferró a los pecados de Jeroboam, a la adoración de Dios y de los ídolos, hechos según su idea, que habían comenzado con Jeroboam.
10 - El fin del culto a Baal, pero sigue una mala asociación
Aunque Joram ya no continuó a caminar en los terribles pecados de su padre Acab, el juicio de Dios afirma que lo que hacía era malo a sus ojos (2 Crón. 3:2). Por lo tanto, una campaña de guerra conjunta con él estaba descartada a los ojos de Dios.
Al aplicar esto a nuestra época y a la situación de la cristiandad, debemos ser muy prudentes. De ninguna manera podemos comparar al rey Joram con cristianos fieles que ignoran ciertas verdades bíblicas.
Es con la debida cautela, por lo tanto, que tomamos la repetición de la relación defectuosa de Josafat como punto de partida para aprender una lección importante para la lucha común, para el servicio común para el Señor en nuestra época.
Puede haber personas en la cristiandad que rechazan y se apartan de un falso evangelio –y que se aferren a las verdades fundamentales del Nuevo Testamento, como la imposibilidad de perder la salvación, o el Señor Jesús como único Salvador. Pero están en organizaciones o comunidades cristianas establecidas por hombres, y no quieren abandonarlas. Tal vez apoyan conscientemente la idea de que la iglesia local puede decidir y actuar de forma independiente y autónoma, y en esto están en contradicción con la Palabra de Dios.
Así que no podemos ir a la batalla juntos. Entonces no es posible una empresa común en un servicio o ministerio para el Señor. El servicio común requiere un acuerdo total sobre los objetivos de la obra (Efe. 4:4, 11–13) y esto solo es posible sobre la base de toda la Biblia (2 Cor. 6:4, 7).
11 - La purificación por separación
La Palabra de Dios deja claro que es necesario mantenerse alejado de la injusticia y purificarse de los vasos de deshonra si queremos ser un vaso útil para el honor del dueño de casa (2 Tim. 2:19–21). Esta purificación mediante la separación debe ir necesariamente acompañada de la santificación personal (2 Tim. 2:22). Sin esta pureza en nuestras relaciones, no podemos contar con la aprobación de Dios.
Josafat podría haber presentado muchos argumentos lógicos. Podría haber señalado que Joram no era tan malo como su padre, que ya se había alejado del culto a Baal. Podría haber argumentado que podría tener una buena influencia en Joram y ayudarle a progresar. Podría haber señalado el buen propósito de la empresa o el hecho de que no había otra forma de luchar contra Moab. Pero nada de esto habría cambiado el hecho de que el vínculo era malo.
Incluso hoy en día, se esgrimen muchos argumentos similares. Estos argumentos no carecen de lógica humana, pero carecen de fundamento bíblico. Cuando Dios nos dice en su Palabra que solo podemos ser vasos santificados y útiles cuando renunciamos a la injusticia y nos separamos de los vasos a deshonor, entonces hay que tenerlo en cuenta –no porque seamos mejores que otros cristianos, sino porque hemos encontrado en la Palabra de Dios la verdad de la mancilla por asociación, y queremos vivir y servir en consecuencia.
12 - La mancilla por asociación
En gran parte de la cristiandad, este punto no se conoce. Sin embargo, es una verdad que recorre toda la Biblia. Ya en el relato de la creación, encontramos que Dios separó la luz de las tinieblas (Gén. 1:4). En la ley del sacrificio de paz, se demuestra claramente que solo los que estaban puros podían comer la carne del sacrificio. El que estaba personalmente impuro no podía comer de él. Y también no se le permitía comer a quien se volvía impuro por un contacto (Lev. 7:19-21). La asociación con el mal mancilla y la consecuencia necesaria es la necesidad de purificación mediante la separación.
13 - La pérdida de claridad sobre la voluntad de Dios
En la historia de Josafat y en esta asociación errónea con Joram, encontramos un tercer asociado del pacto que se menciona de repente. El camino que seguían Josafat y Joram pasaba por el desierto de Edom, y el rey de Edom se les unió de repente y se vinculó al pacto. Esto nos muestra lo rápido que se estropean las cosas cuando se da el primer paso en una mala asociación. De repente, ya no podemos controlar con quién hacemos causa común.
Entonces nos damos cuenta de lo difícil que se había vuelto para Josafat discernir la voluntad de Dios. En la siguiente parte de la historia, el profeta Eliseo es llamado, pero se necesita un músico antes de que la mano de Jehová pueda venir sobre él.
También en nuestro caso, las asociaciones defectuosas conducen a una falta de claridad sobre la voluntad de Dios y se hace cada vez más difícil discernir sus pensamientos. Esta es una solemne advertencia para nosotros, de no comprometernos, ni siquiera con un primer paso, con una asociación equivocada.
14 - Una hermosa perspectiva
Por último, recordemos que la Biblia también recoge (2 Crón. 20) un acontecimiento en la vida de Josafat en el que confió plenamente en Dios. A pesar de la gran multitud de enemigos que querían combatirlo, no hizo ningún vínculo equivocado en el proceso. Josafat confió plenamente en Dios y obtuvo una gran victoria.
Ni siquiera tuvo que luchar. Dios intervino en su favor. Al final, Josafat no solo se enriqueció con el gran botín que pudo obtener en la batalla, sino que también se enriqueció con una valiosa experiencia: quien confía en Dios y no se involucra en relaciones culpables, –Dios viene en su ayuda con poder y le concede su victoria.