El ministerio de Pablo según 2 Corintios


person Autor: William C. REID 8 (Notas)

flag Tema: Los dones y los ministerios espirituales


1 - Jesucristo crucificado

Cuando el apóstol Pablo llegó por primera vez a Corinto para proclamar el testimonio de Dios, resolvió no conocer otra cosa que a Jesucristo y a Jesucristo crucificado. La sabiduría humana era muy estimada por los corintios, y el apóstol juzgó que debía ser contestada por la verdad de la cruz, que dejaba de lado toda la cacareada sabiduría del hombre. ¿Qué podía hacer toda la sabiduría de este mundo por los pobres pecadores? La salvación no se le podía procurar a los hombres por los sabios, los escribas o los discernidores de este mundo; pero la cruz de Cristo, que parecía tan débil a los judíos y tan necia a los gentiles intelectuales, fue el medio por el cual Dios aseguró su gran salvación.

2 - Jesucristo, en quien están predichas y garantizadas todas las promesas de Dios

Hablando de este mismo testimonio, en la Segunda Epístola a los Corintios, el apóstol dice: «Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, el que entre vosotros fue predicado por nosotros, por mí, por Silvano y por Timoteo, no fue sí y no, sino que en él es sí. Porque cuantas promesas de Dios hay, en él está el sí; y también en él el amén a Dios, para gloria suya por medio de nosotros» (2 Cor. 1:19-20). Así que el Señor Jesús no solo nos está presentado como el crucificado, sino como Aquel en quien todas las promesas de Dios son proclamadas y garantizadas para gloria de Dios.

3 - Un ministerio que trajo del cielo el conocimiento de Dios en Cristo

Qué maravilloso ministerio le fue dado a Pablo –un ministerio que trajo del cielo el conocimiento de Dios en la persona de Cristo. Al predicar el Evangelio, Pablo y sus colaboradores manifestaban el sabor celestial del conocimiento de Dios por dondequiera que iban; y todos los que caían bajo la influencia de la Palabra, aprendían lo que Cristo es para Dios. Independientemente de lo que los hombres pensaran de Cristo, Pablo era un dulce aroma para Dios. Para los que recibían el testimonio de Pablo, era como un olor vivificante del reino de la vida; pero para los que lo rechazaban, era como un olor mortal de la región de la muerte. Ante semejante mensaje, cuya aceptación o rechazo determinaba el destino eterno de los hombres, no es de extrañar que Pablo dijera: «¿Quién es suficiente?» (2:16).

4 - El Evangelio de Pablo

Del capítulo 3 aprendemos algo del carácter de este maravilloso ministerio. No era como el antiguo pacto, que era un ministerio de condenación y muerte; era un ministerio del Espíritu, que traía justicia y vida a los hombres; y espero que todos los que leen estas páginas hayan recibido este ministerio del nuevo pacto, con su justicia y vida, del cual Pablo y su compañero Timoteo eran ministros. En esta Epístola Pablo habla de «nuestro evangelio» (4:3); en otras Epístolas lo llama «mi evangelio». Es el Evangelio que el Señor ha confiado especialmente al apóstol, pero al asociar a Timoteo a la redacción de esta Epístola, habla en gracia de «nuestro evangelio». Timoteo estaba muy unido a Pablo, y el apóstol pudo escribirle más tarde: «Tú has seguido de cerca mi enseñanza» (2 Tim. 3:10); sin duda, Timoteo predicaba lo que había aprendido de Pablo.

Básicamente, el Evangelio de Pablo era el mismo que predicaban los demás apóstoles, pero tenía sus propias características y revelaciones divinas. Pablo había recibido su vocación del Hijo de Dios en el cielo, y esto daba a su predicación su carácter. No había recibido lo que predicaba de los hombres ni a través de los hombres; lo había recibido directamente del Cristo celestial, con su autoridad para darlo a conocer. Al presentar su Evangelio a los romanos, Pablo muestra que está de acuerdo con lo que Dios ya había prometido por medio de sus profetas en las Sagradas Escrituras; en esta Epístola trata los temas de la justicia y la liberación; en el capítulo 8 habla del propósito de Dios y de Cristo a la diestra de Dios.

En 1 Corintios 15 tenemos una de las revelaciones evangélicas especiales de Pablo, donde dice: «Mirad, os digo un misterio: No todos dormiremos, sino todos seremos cambiados» (v. 51). Si el Señor viniera esta noche, los muertos en Cristo se levantarían de sus tumbas en incorrupción, y nuestros cuerpos serían transformados en Su cuerpo glorioso. ¿Es esa su perspectiva, querido amigo? ¿Qué pasaría con usted si el Señor Jesús viniera esta noche? Crea en el Señor Jesucristo y será salvo –no solo salvo de las consecuencias de sus pecados, sino completamente salvo de este mundo cuando llegue ese tiempo feliz del que hemos hablado. Otra revelación especial del Evangelio de Pablo se encuentra en 1 Tesalonicenses, donde Pablo dice: «Os lo decimos por palabra del Señor» (4:15). Tenemos entonces un desarrollo de la verdad del arrebato –el arrebato de los santos al cielo por el Señor, para que más tarde puedan aparecer con él en su gloria.

5 - Un ministerio que conduce hasta Cristo en la gloria

Al final de 2 Corintios 3, el apóstol muestra adónde conduce su ministerio: nos conduce al Señor Jesucristo en la gloria, pues dice: «Pero todos nosotros a cara descubierta, mirando como en un espejo la gloria del Señor». El cristiano pasa por este mundo no solo mirando hacia atrás, hacia la cruz, sino también mirando hacia arriba para ver la gloria que brilla sin velo en el rostro de Jesús. Él es el gran administrador en cuyas manos Dios ha puesto todo, y él es nuestro Señor. Hemos quedado bajo su autoridad, y al estar sujetos a él, ocupados con él en su gloria, nos hacemos moralmente semejantes a él. ¿Han notado alguna vez que un niño, aunque obtiene su naturaleza de su padre o de su madre, obtiene mucho de su carácter de su madre, estando más a menudo con ella y ocupado con ella? Así, queridos amigos, al estar ocupados con el Señor en gloria, llegamos a ser como él –tomamos su carácter. Cuando Moisés salió de la presencia de Dios, su rostro resplandecía, y el pueblo no podía mirarle a la cara. Es diferente con Jesús: no hay velo sobre su rostro, y aquellos que creen en él pueden contemplar su gloria. ¡Qué ocupación para nosotros!

6 - Un ministerio que marca la vida práctica de quien lo ejerce

Al comienzo del capítulo 4, Pablo dice: «Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio, según la misericordia que se nos otorgó, no desfallecemos» (v. 1). Estima que haber recibido un ministerio que involucra a los hombres en cosas celestiales tan asombrosas, que en sí mismas tienen soluciones eternas y resultados presentes, solo puede ser sostenido por la misericordia de Dios. Además, los que ministran acerca de la pura luz de Dios, y hablan de la gloria de Dios, deben vivir de acuerdo con el ministerio que ejercen. Ahora bien, algunos de aquellos de los que habla el apóstol manejaban la Palabra de Dios con engaño, y sus vidas eran completamente incoherentes con la verdad. Pablo, en cambio, se esforzaba por manifestar en su vida la verdad que predicaba. Vemos esto realizado a la perfección en el Señor Jesús, que podía decir: «Ese mismo que os dicho desde el principio» (Juan 8:25). Él era la expresión perfecta de todo lo que decía. Era la misma línea que seguía Pablo: no podía ser tan perfecto como su Maestro, pero según la gracia divina de que gozaba, su forma de vida consistía en vivir a la luz y en el poder de la verdad que daba a conocer a través de su ministerio. Puede que no todos tengamos el privilegio de ministrar la verdad, pero todos podemos aferrarnos a la verdad en el amor y procurar así manifestarla. Pablo no buscaba encomendarse al juicio o a los pensamientos de los hombres, sino a la conciencia de ellos (2 Cor. 3:1; 4:2); vivía ante ellos de tal manera que nadie podía decir que su vida era incoherente con su palabra.

7 - Satanás ciega a los hombres

Volviendo al ministerio de Pablo, este dice: «Pero si aún nuestro evangelio está encubierto, lo está para los que se pierden» (2 Cor. 4:3). La luz del Evangelio, que nos trae el conocimiento de Dios, expone también la condición de perdición de los que no conocen el Evangelio; y si está velado a los hombres, es porque Satanás los ha cegado; están bajo su influencia. Pero el Evangelio fue enviado a los hombres «para abrirles los ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios» (Hec. 26:18).

8 - El Evangelio de la gloria presenta a Aquel que es la imagen de Dios

Hemos hablado de la gloria del Señor: el apóstol nos presenta ahora la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. El Evangelio de la gracia de Dios habla de los recursos de Dios para satisfacer las necesidades del pecador, pero el Evangelio de la gloria de Cristo nos presenta al último Adán, que es la imagen de Dios. El primer hombre fue hecho a imagen de Dios para representarlo en la tierra, pero Cristo es la representación perfecta de Dios en la gloria celestial. Lo que Dios es, en su disposición hacia los hombres en justa gracia, se ve en la gloria de Cristo. Pero todo lo que el hombre es para Dios, no solo en relación con las cosas terrenales, sino también en relación con las celestiales, se muestra al ojo de la fe en la gloria de Cristo. (El Hijo como imagen del Dios invisible en Colosenses 1:15, es algo diferente de lo que se presenta aquí. Allí vemos a Dios, que habita en luz inaccesible, manifestándose en la persona del Hijo, visto de la única forma en que puede ser visto: en el Hijo de su amor). Al predicar el Evangelio, Pablo invitaba a las personas a reconocer el señorío de Cristo: era a Cristo a quien predicaba, no a sí mismo. Los verdaderos siervos del Señor sirven a los santos por amor a Jesús.

9 - La luz del conocimiento de Dios en la faz de Cristo

Otro aspecto del Evangelio de Pablo nos interesa ahora: «Porque el Dios que dijo que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones» (4:6). Remonta al momento en que la luz atravesó las tinieblas en la antigua creación, y muestra que Dios disipa unas tinieblas aún mayores, las tinieblas morales, enviando su luz celestial a nuestros corazones, que el pecado había oscurecido. La luz del Génesis 1 anunciaba el comienzo de las operaciones divinas para salvar al mundo de las tinieblas y el caos que siguieron, revelando el poder y la sabiduría de Dios; pero la luz que brilla en el rostro de Jesucristo muestra una gloria divina de carácter diferente. Nos trae el conocimiento de la gloria de Dios en relación con su rescate de los hombres de las tinieblas y la confusión introducidas por el pecado, y manifiesta a través de la redención los recursos de la sabiduría y el poder de Dios. ¡Cómo resplandece la gloria de Dios en todo lo que su gracia ha realizado por medio de la cruz! En Cristo glorificado aprendemos cómo es Dios en el gran amor de su corazón por los pecadores, pues en él se nos presenta en el Evangelio toda la bendición de Dios, puesta a disposición por su muerte.

10 - El siervo puede dar testimonio en la medida de la luz que ha penetrado en su corazón y en su vida

Esta maravillosa luz celestial había brillado en los corazones de los fieles siervos del Señor que habían llegado a Corinto con el testimonio de Dios. La luz que había brillado sobre Saulo de Tarso en el camino de Damasco había penetrado en su corazón oscurecido y lo había reclamado para siempre para el Señor, para que pudiera proclamar la buena nueva que la luz le había traído. La verdad que los siervos de Dios pueden proclamar con poder es solo la verdad que ha penetrado en sus corazones y ha afectado a sus propias vidas. Así es como Pablo pudo hablar con poder de la luz que revelaba la naturaleza y el carácter de Dios, resplandeciente en gracia y amor. Cuando Dios llamó por primera vez a Pablo a predicar a Jesús como el Hijo de Dios, reveló a su Hijo en él, como leemos en Gálatas 1:15-16: «Pero cuando el Dios… tuvo a bien revelar a su Hijo en mí, para que yo lo predicara».

11 - El conocimiento de Dios en la obra de propiciación

Hemos visto que la luz del conocimiento de la gloria de Dios está relacionada con los resultados de la gran obra hecha por el Señor Jesús en la cruz para bendición de los hombres; pero también da a conocer la profunda satisfacción de Dios en Aquel que terminó la obra. La propiciación asegurada por la muerte de Cristo permanece en Él, donde es glorificado, en toda su eficacia eterna e infinita; y el testimonio de esto es parte integrante del Evangelio. La gloria de Dios en la creación es suficientemente maravillosa, porque «los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Sal. 19:1); pero cuánto más maravilloso es el conocimiento de la gloria de Dios tal como se ve en su propio Hijo bendito, que aseguró su gloria por su muerte en la cruz, y que ahora está sentado a su diestra en el cielo.

12 - Un tesoro en vasos de barro, pero vasos sostenidos por la gracia y la misericordia de Dios

Este asombroso conocimiento es un tesoro que supera con creces todo lo que hay en este mundo, y «tenemos este tesoro en vasos de barro» (4:7). Cada creyente en el Señor Jesucristo, según su medida, tiene el privilegio de traer a este mundo el inestimable conocimiento de la gloria de Dios. Ahora bien, Pablo y Timoteo eran vasos especiales, pues el testimonio de estas cosas les había sido confiado de una manera especial, y solo por los recursos de la gracia y la misericordia de Dios podían sostenerse constantemente los vasos de barro que contenían el divino tesoro. Fueron objeto de la malicia de Satanás y del odio de los hombres, siendo perseguidos y molestados dondequiera que iban; pero Dios permitió estas cosas para que el tesoro contenido en los vasos brillara como testimonio del Señor. ¿Qué consiguieron todas estas dificultades? Rompieron los vasos, ¡y la luz brilló! ¿Por qué estos hombres dedicados no fueron afligidos o destruidos en todas sus dificultades y persecuciones? Porque Dios sostenía los vasos de barro. Estaban aprendiendo que la excelencia del poder que los sostenía provenía de Dios, no de ellos mismos.

13 - Efectos positivos de las dificultades y tribulaciones

Una vida de persecución, con el martirio por Cristo constantemente ante ellos, producía en Pablo y Timoteo los mismos rasgos de belleza que destacaban en su Maestro. Puede que Satanás y sus embaucadores fueran los instrumentos, pero Dios estaba detrás de todo, ordenando las circunstancias de sus siervos, para que la muerte estuviera siempre delante de ellos, para que la gentileza, la mansedumbre, la bondad y otras dulces gracias de la vida de Jesús pudieran ser vistas por los que les rodeaban. Nosotros mismos conocemos el peligro de acomodarnos aquí si nuestras circunstancias son tranquilas y cómodas; pero cuando Dios sacude el nido y sentimos las espinas y los golpes de la angustia, nuestros pensamientos se desvían de lo que nos ocupaba a las cosas de Cristo en el cielo. Cuando todo parece estar contra nosotros aquí, cuando somos objeto de la malicia humana, cuando los problemas y las persecuciones nos acosan, podemos estar seguros de que el propósito de Dios es manifestar en nosotros, en nuestra carne mortal, los rasgos de la vida celestial de Cristo que nunca pasará.

14 - Las ligeras aflicciones de un momento – 2 Corintios 4:16-18

Al final del capítulo, el apóstol habla de todos los sufrimientos que padeció por causa de Cristo como ligeras aflicciones de un momento. Parece decir: “Venid conmigo a la presencia de Cristo en la gloria, y pesaremos todas estas cosas en la balanza del santuario”. Pone todos los sufrimientos en una balanza, y en otra pone la gloria que compartirá con Cristo en el día venidero; así nos permite comprender por qué puede considerar todo lo que ha pasado como una «ligera aflicción». Ha sufrido largos años por Cristo, para llevar su Palabra a los que son bendecidos con el Evangelio; pero cuando compara esos años con la eternidad en la que heredará con Cristo todo lo que está en la voluntad y el consejo de Dios para los santos, no lo considera más que una partícula de tiempo. Cuando consideramos los trabajos, persecuciones, peligros y otros sufrimientos soportados por Pablo, tal como se describen en 2 Corintios 11, podemos hacernos una pequeña idea de cómo era iluminado y controlado en sus pensamientos, sentimientos y juicios, por las cosas invisibles de Cristo en gloria.

La actitud normal del cristiano es ocuparse de las cosas invisibles; los ojos se cierran entonces a las cosas de este mundo, y se abren por la fe y en el poder del Espíritu, al mundo donde podemos contemplar tanto la gloria del Señor, la gloria de Cristo que es la imagen de Dios, como la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Si estamos así ocupados con Cristo en la gloria, los conflictos, las pruebas y las penas actuales por las que Dios nos llama a pasar pueden considerarse como ligeras aflicciones. Toda la gloria de este mundo pasa rápidamente, pero la gloria que brilla en el rostro de Jesús permanece; por eso es una bendición para nosotros estar ocupados con lo que es real y permanente.

15 - Conclusión

¡Qué maravilloso ministerio le fue confiado al apóstol Pablo y traído hasta nosotros! Solo hemos arañado la superficie del ministerio que se le confió. Ese ministerio abarca una riqueza de verdades relacionadas con los consejos de Dios, pero el camino hacia esas cosas se encuentra en los capítulos que hemos examinado y en el hecho de permitir que la luz del evangelio de Pablo tenga su verdadero lugar en nuestros corazones.

Extraído de «An Outline of Sound Words», Volumes 31 à 40