En mi nombre

Mateo 18:20


person Autor: M. A. KOECHLIN 1

flag Tema: La iglesia local y las reuniones

(Fuente autorizada: creced.ch – Reproducido con autorización)


«Porque donde están dos o tres congregados en (o hacia) mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:20).

¡Cuán precioso es este pensamiento para el corazón del creyente cuando se congrega para la adoración cada primer día de la semana, con sus hermanos y hermanas en la fe, en el lugar donde el Señor hace habitar su nombre! Allí, en medio de nosotros, Él está como centro de la reunión en (o hacia) su nombre. ¿Nos damos cuenta siempre de esta realidad?

Pero, si su presencia es prometida en el culto y esta es real, como lo vemos en Juan 20:19, también lo es igualmente cada vez que nos reunimos en (o como) iglesia, sea para la edificación o el estudio de la Palabra y sobre todo para la oración en común. No olvidemos que esta preciosa promesa va precedida por las palabras de Mateo 18:19: «Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Se trata, en primer lugar, de la reunión de oración. ¿Somos siempre conscientes de esto? Es muy triste constatar a veces cierta falta de interés por esta clase de reuniones, en las que, sin embargo, fiel a su promesa, el Señor está presente. ¿Olvidaríamos tal favor?

Pero hay otro «en mi nombre». Se trata de la promesa de Juan 14:13-14: «Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré». Aquí se refiere tanto a la oración en común como particular o individual. Para que pidamos algo en su nombre es preciso que estemos plenamente convencidos de que es realmente su voluntad; y entonces será él mismo quien obrará. ¡Qué promesa! Pero no debemos olvidar el propósito final: «Para que el Padre sea glorificado en el Hijo». Todo debe ser hecho para su gloria.

¿Nos damos realmente cuenta de la importancia de esta expresión: «en nombre del Señor Jesús»? ¿No es verdad que muy a menudo la utilizamos como una “fórmula” rutinaria que precede al amén final de nuestras oraciones?

Esto nos lleva a hacer observar que se oyen a veces oraciones y acciones de gracias dirigidas al Señor Jesús, terminando con estas palabras: “en tu nombre precioso”. ¿Cómo podemos pedir algo a alguien, o agradecérselo, en su nombre? Si vamos a pedir un favor a una autoridad cualquiera en nombre de una persona conocida e influyente, podemos esperar que lo obtendremos. Pero si nos acercamos a esta persona y se lo pedimos en su propio nombre, ¿no parecerá que somos unos ignorantes?

Que el Señor nos conceda la posibilidad de meditar más sobre estas cosas para que, por una parte, no abandonemos las reuniones y sintamos su presencia cuando nos reunimos en su nombre, y por otra, que la mención «en su nombre» sea empleada con conocimiento, «para que el Padre sea glorificado en el Hijo».

«A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén» (Efe. 3:21).


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