Índice general
El Señor da a conocer al Padre
Juan 14 al 17
Autor:
La familia de Dios: hijos de Dios
Tema:Bible Treasury vol. 7 p. 65
1 - El Señor haciendo conocer al Padre – Juan 17:26
«Les di a conocer tu nombre, y se lo daré a conocer» (Juan 17:26). Estas palabras pronunciadas por Cristo acerca de los santos fueron dirigidas al Padre. Nos dicen que el gran asunto del Señor era familiarizar a los santos con el Padre, que eso ya había sido su asunto, y que él quería que siguiera siéndolo.
Esto está lleno de bendiciones. ¡Pensar que nuestras almas están bajo tal instrucción! El Hijo alimenta y amplía en nosotros el sentimiento y la inteligencia del amor del Padre, y utiliza su diligencia para dar a nuestros corazones este gozo y para dárnoslo más abundantemente. Podemos ser lentos y somos lentos en aprenderlo. Tenemos una sospecha natural hacia todos los pensamientos felices de Dios. Cristo debe hacer uso de su diligencia y desplegar su energía para enseñarnos tal lección. «Y les di a conocer tu nombre, y se lo daré a conocer». Pero así es. Esa es la lección que él nos enseña, y nuestra incapacidad para aprenderla magnifica su gracia, porque él siempre está obrando, enseñando siempre la misma lección.
Los capítulos anteriores (14 al 16) nos muestran a Cristo dando a conocer al Padre. Comienzan diciéndonos que el Padre nos ha abierto su propia Casa, y no solo eso, sino que la ha construido pensando en darnos un lugar en ella, haciéndola una Casa con muchas moradas para acogernos (Juan 14:2).
2 - La reprimenda del Señor a Felipe
A continuación, con cierto resentimiento por su incredulidad, les dice que el Padre ya se les había revelado. «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre». Porque las cosas que él había dicho y hecho, las había dicho y hecho como Hijo del Padre, como Aquel que estaba en el Padre y en quien también estaba el Padre (Juan 14:5-14). [1]
[1] La reprimenda del Señor a Felipe no se refiere directamente a la incredulidad de Felipe respecto a la persona del Hijo, sino a su incredulidad respecto a la revelación del Padre que había hecho el Hijo; lo otro está implícito.
Porque era una incredulidad natural, una indisposición a aprender la lección del Padre de la que he hablado. Y feliz es él al encontrarla aquí reprimida por el Señor. En efecto, solo la fe puede sentarse como discípulo de Cristo –ese principio que solo escucha. El sentido moral del hombre se razona a sí mismo fuera de esta escuela.
3 - Guardar la Palabra traída por el Hijo en nombre del Padre
Jesús, sin embargo, continúa la lección a pesar de esta lentitud. Después de esta interrupción, les dice cómo tenía la intención, una vez que se fuera, de glorificar al Padre en sus obras y en su experiencia (Juan 14:12-14). Luego les dice que el Consolador, el Espíritu de verdad, el Espíritu Santo, que iba a venir a ellos, vendría como el Espíritu del Padre, haciéndoles saber que no eran huérfanos, sino que tenían la vida del Hijo en ellos (Juan 14:16-20). Y una vez más, les dijo que guardar su Palabra aseguraría a sus almas la presencia y la comunión del Padre, así como la suya, porque la Palabra no era suya, sino del Padre que lo había enviado (Juan 14:21-24). Esta enseñanza o mandamiento que debía guardarse para que la comunión estuviera asegurada al alma era sobre el amor, porque era la enseñanza traída por el Hijo en nombre del Padre, y no una enseñanza traída en nombre de un rey, o en nombre de un juez, o en nombre de un legislador (vean Juan 13:34; 15:12, 17).
4 - El Padre dado a conocer como cultivador de la viña – Juan 15
En todos estos caminos verdaderamente benditos, él nos da a conocer al Padre y solo se sirve de sí mismo como testigo o siervo de tal revelación. Su propia gloria personal está implícita en tal servicio; pero ese no es su objetivo, sino dar a conocer al Padre. Y del mismo modo, mientras continúa este maravilloso discurso, da a conocer al Padre como el cultivador de la viña, haciéndonos así saber que el fruto deseado es un fruto digno de la mano de un Padre, un fruto que deben producir los hijos, y no los siervos o los súbditos (Juan 15:1-14). Y, además, la amistad con él mismo que les presenta se refiere al Padre, porque eran los secretos del Padre los que les comunicaba en la confianza de la amistad (Juan 15:15). Y luego, al final del mismo capítulo, presenta al mundo simplemente bajo el carácter de odio del Padre, del que el Hijo había dado testimonio (Juan 15:23-24).
5 - En el día en que el Espíritu Santo esté allí, él dará todavía a conocer al Padre
Cuánto justifica todo esto la palabra: «¡Les di a conocer tu nombre!». Pero hay más. Él anticipa el día del Espíritu Santo, pero lo hace recordando constantemente al Padre y mencionándolo. El Espíritu era el Espíritu del Padre, dado por él, enviado por él (Juan 14:16, 26; 15:26); y cuando viniera, su divino Maestro les decía ahora que debían pedir al Padre y recibir de él, para que su gozo como hijos que conocen el amor y la bendición de un Padre fuera completa (o pleno; Juan 16:23-24) [2]. Y les dijo además que en aquel día conocerían claramente su adopción, o su lugar con el Padre (Juan 16:25).
[2] No es lo que reciben lo que hace que su gozo sea completo, sino la prueba que obtienen por ello, que tienen el corazón y el oído de su Padre. El Padre, no el don, hace esto por ellos, colmando su gozo (vean Juan 16:24).
Y más allá de todo esto, y como coronamiento de todo lo que había dicho, les dijo que sus peticiones por ellos en el cielo no debían entenderse como si ellos y el Padre estuvieran de alguna manera separados, sino que debían estar seguros de que el amor del Padre descansaba directamente sobre ellos, como en todo el poder de la relación en la que él se encontraba con ellos (Juan 16:26-27).
Así, fue el nombre del Padre lo que les dio a conocer a lo largo de estos maravillosos capítulos, trayendo al Padre a los pensamientos y gozos de sus corazones. Y si el amor y el cielo son preciosos para nosotros, ¡cuánto más serán bienvenidas estas comunicaciones!
6 - Recibir las comunicaciones del Padre – Juan 17
Así, según este capítulo (Juan 17), podemos decir: Ninguna información nueva de nuestra parte vuelve a Dios de manera tan agradable como la que hemos recibido por fe de estas comunicaciones del Padre. El Hijo nos trajo un mensaje de amor procedente del seno del Padre, y si ahora informa al Padre de que hemos recibido el mensaje, esa será la respuesta más preciosa para el Padre. Y recibir igualmente esta palabra acerca del Padre será también nuestra santificación o separación más verdadera del mundo, porque el mundo es lo que se niega a conocer al Padre.
7 - En Juan 14 al 16, el Señor llena el alma de pensamientos sobre el Padre
Podría expresarlo más brevemente así. En Juan 14 al 16, el Señor se propone poner nuestras almas en comunión con el Padre. Él llena el alma de pensamientos sobre el Padre; los recuerdos, los ejercicios presentes de la mente y las perspectivas, él los conecta todos con el Padre. Nos dice que es la Casa del Padre la que pronto nos recibirá; que era el Padre quien hacía las obras y hablaba en él, de modo que lo que él decía y hacía eran las palabras y los actos del Padre; que pronto harían obras mayores que las que él había hecho, porque él iba al Padre; que el Consolador les sería enviado por parte del Padre; que su fertilidad provendría de que el Padre era el cultivador; que el mundo los odiaría, porque no conocía ni al Padre ni a él; que el Padre mismo los amaba, y que pronto entrarían en el sentimiento de su relación con él.
Si el Espíritu de verdad, el Consolador, nos hace comprender estas cosas, podemos estampar nuestro sello en esta palabra: «Os conviene que yo me vaya» (Juan 16:7) [3].
¡Que este bendito sentimiento de relación llene y satisfaga nuestras almas más abundantemente!
[3] Así, puedo decir que el propósito del Señor en Juan 13 es poner nuestras almas en comunión con él en el cielo.
Él mismo se muestra a nosotros en el cielo, como el lugar mismo donde habita el amor y la gloria, porque tenía que ser restablecido junto al Padre allá arriba, y tener todas las cosas puestas en sus manos por Dios allá arriba. Y de esta manera, anticipa el cielo como el lugar de morada del amor y la gloria para él.
Pero luego nos da a entender que continuará siempre en su amor por nosotros allá arriba, y en su servicio según nuestras necesidades, que, aunque esté allá arriba, nunca nos abandonará, ni a nosotros ni a nuestras necesidades. Así, él busca ponernos en comunión con él tal como es ahora en el cielo, al igual que luego (en Juan 14 al 16) busca ponernos en comunión con el Padre, como he observado.