«Tened por sumo gozo»

Santiago 1:2


person Autor: Frank Binford HOLE 114

flag Temas: El gozo del creyente Las tribulaciones, la persecución, los sufrimientos por Cristo


1 - Escuchar lo que dice Santiago

Algunos han tenido tendencia a considerar la Epístola de Santiago por debajo del nivel normal de las demás Epístolas. Es cierto que fue escrita bastante pronto, cuando la plenitud de lo que Dios había instituido el día de Pentecostés acababa de manifestarse, y que, por consiguiente, se dirige a las 12 tribus, de las que los cristianos no eran más que un resto, esencialmente pobre y perseguido, y que se hace mención de la sinagoga. A pesar de ello, Santiago exhorta a un nivel de vida y de comportamiento muy elevado, tratando los temas de forma muy práctica. Escuchar a Santiago –y él nos invita a hacerlo diciéndonos: «Oíd, amados hermanos míos» (Sant. 2:5)– es un ejercicio provechoso y saludable. También es un ejercicio de humildad, pues descubrimos lo lejos que estamos de la norma que él establece.

2 - Las pruebas de la fe

Basta leer la primera observación que hace para sentirnos profundamente humillados. «Hermanos míos», dice, «tened por sumo gozo al estar enfrentados a diversas pruebas». Las pruebas de las que habla son por las que estamos ejercitados. Por supuesto, pueden adoptar la forma de seducciones surgidas de nuestra propia concupiscencia, como indica el versículo 14, pero también pueden no adoptar esa forma. Dios nunca nos seduce, pero permite, e incluso envía, muchas pruebas desde fuera, provocando así «la prueba de vuestra fe», es decir, la prueba de la fe. Todo lo que tiene valor ha de ser probado, y Dios concede un gran valor a la fe.

La fe merece eminentemente ser puesta a prueba para demostrar su autenticidad, y podemos alabar a Dios si tenemos una que es verdaderamente auténtica, y si aceptamos de buen grado que sea puesta a prueba.

¿Es este el espíritu con el que afrontamos las pruebas de hoy? Cada uno de nosotros debe responder a esta pregunta por sí mismo, y la mayoría no tendrá motivos de complacencia cuando la haya respondido honestamente. Las pruebas son ciertamente “diversas” y “variadas”. Para muchos, los vientos de la adversidad parecen soplar de todos lados a la vez. Sus hogares han sido dañados y evacuados, sus negocios interrumpidos y tal vez dispersados, sus familias alejadas, algunos miembros heridos o incluso muertos, su disfrute de la comunión cristiana en gran medida comprometida por las divisiones. Otros no han sufrido en la misma medida, pero la tribulación se ha instalado de diversas maneras y la vida anterior de tranquilidad, privilegio y servicio cristiano regular se ha reducido a la nada. ¿Consideramos estas cosas como gozo?

3 - El carácter cristiano, ¿está en la fuerza del alma?

Creemos que afrontamos esta difícil situación con considerable fuerza. Pero lo mismo podría decirse de la población en general. ¿Es nuestra fuerza realmente cristiana? ¿Proviene de la conciencia de la rica plenitud que tenemos en Cristo? Nos complace informar de que no hemos oído la voz de la queja y el descontento: ha habido una tranquila resignación y aceptación de lo que Dios ha permitido. Eso está bien, pero no es de lo que habla Santiago. A menudo estamos resignados, tranquilos e incluso confiados, pero no nos caracterizamos por el gozo.

4 - El objetivo final de la prueba

¿Qué nos da motivos para gozarnos en tales circunstancias? Solo las cosas de las que Santiago nos habla a continuación. Debemos saber que todas estas cosas están destinadas a poner a prueba nuestra fe, y que la prueba desarrollará la resistencia, una cualidad que Dios valora enormemente. En la naturaleza misma de las cosas, esto presupone pruebas que duran mucho tiempo, y por eso se nos dice que dejemos que la resistencia se desarrolle plenamente y complete su obra. El proceso no puede acelerarse, aunque sea doloroso. Merece la pena seguir el proceso para alcanzar el objetivo. Se trata nada menos que de estar plenamente desarrollados y completos, sin lagunas. Cuando se hayan completado las pruebas, seremos el producto acabado, graduados de la universidad divina.

5 - Pedir lo que nos falta: la sabiduría

¡Ay!, debemos exclamar: “Hoy estamos lejos de este desarrollo completo”. La verdad nos obliga a hablar así, y nuestra imperfección es tenida en cuenta por Santiago en el versículo siguiente. El objetivo es que seamos completos, que no nos falte de nada; pero inmediatamente siguen las palabras: «Si a cualquiera de vosotros le falta sabiduría…» (Sant. 1:5). ¡Cuántas veces las pruebas revelan nuestra falta de esta! Un niño grita cuando las cosas van mal o cuando alguien le hace daño, en gran parte por falta de inteligencia y porque no puede imaginar la razón de lo que ha sucedido, ni su finalidad. El hombre adulto, en un caso similar, intenta comprender, y se aprovecha del problema. Pero la sabiduría es más que mera inteligencia. El hombre sabio es el que puede aprender de las cosas que comprende.

Las pruebas revelan constantemente nuestra falta de sabiduría. Por eso debemos pedir sabiduría a Dios, que la da generosamente y sin reproche, y nos será dada. Una comprensión sabia de los caminos de Dios y de sus propósitos solo puede ser nuestra si nos la da Dios; él no nos reprochará como si estuviéramos pidiendo algo que no necesitamos. Si lo pedimos, lo obtendremos ricamente, pero debemos hacerlo con fe. Es nuestra fe la que se pone a prueba, por lo que huelga decir que la fe es una condición sine qua non de nuestra petición.

6 - Otros beneficios que se derivan de la prueba – Romanos 5

Nos atrevemos a afirmar que, si Dios concede generosamente la sabiduría, también nos concederá todo lo que podamos necesitar a medida que se desarrollen las pruebas.

Santiago no es el único que da testimonio de los beneficios que se derivan de poner a prueba nuestra fe. Pablo nos dice lo mismo con más detalle aún en Romanos 5. Apenas ha hablado de la justificación que tenemos por la fe, pasa a hablarnos de los excelentes frutos de la tribulación. No menciona solo la paciencia o la resistencia, sino también la experiencia, la esperanza y el amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. Lo mismo ocurre con Pedro, en el último capítulo de su Primera Epístola, que nos dice que el Dios de toda gracia nos ha llamado a su gloria eterna después de que hayamos sufrido durante un tiempo, e indica que puede utilizar ese mismo sufrimiento para hacernos completos, para fortalecernos y asentarnos sobre un fundamento inconmovible. Podemos sentirnos inclinados a decir: “Todas estas dificultades y sufrimientos perturban mis pensamientos”. Sin embargo, cuando nos dirigimos al Dios de toda gracia, las cosas funcionan al revés, y debemos estar tranquilos.

7 - Santiago tiene en vista un gozo perfecto

El objetivo de que seamos «perfectos, cabales, sin que nada nos falte» es más que deseable. Con eso en mente, podemos tener una medida de gozo. Pero Santiago no se contenta con una medida de regocijo: dice: «Para que seáis perfectos y cabales, sin que nada os falte». Sería estupendo que pudiéramos gozarnos un 50%, ¡pero se nos exhorta a gozarnos un 100%! ¡Es realmente un consejo de perfección! La fe de Cristo nos sitúa siempre ante la perfección.

El alto nivel que Santiago establece debería animarnos a pedir con fe a nuestro Dios que da tan generosamente. Entonces continuaremos nuestro difícil camino, no con cansancio y desánimo, sino con valentía y gozo de corazón.

De «Scripture Truth» Vol. 33, 1941, página 6.