El día de la manifestación


person Autor: Frank Binford HOLE 119

flag Tema: El tribunal de Cristo


Si leemos cuidadosamente la Primera Epístola a los Corintios, no podemos dejar de notar, a lo largo de ella, todo lo que Pablo tenía que corregir. Esta gran asamblea, compuesta principalmente de convertidos de los gentiles, estaba en un estado más carnal que espiritual; muchos males se habían introducido entre ellos. Pero ¿hemos notado que, de todos estos males, al que el Espíritu de Dios da el primer lugar es al de magnificar a ciertos siervos dotados de Dios en detrimento de Cristo, pues se le menciona como si solo fuera el líder de un partido en la iglesia (1:12) y, además, este partido es el cuarto en la lista, no el primero. Este destronamiento de Cristo fue el primero de todos los males, el peor y el más fundamental. Cuando eso sucede, todos los demás males pueden desarrollarse fácilmente.

Por eso, en este primer capítulo, Pablo menciona varias veces al gran jefe de la Iglesia e insiste en su señorío. Invocamos el nombre del Señor. La comunión a la que estamos llamados se centra en él como Señor. Esperamos su venida, cuando se establezca «el día de nuestro Señor Jesucristo» (1:8). Cuando llegue ese día, sus siervos más dotados comparecerán ante él y todos sus servicios serán examinados y perfectamente evaluados por él. Su veredicto lo decidirá todo.

Esto queda claro en el capítulo 3. La obra es la obra de Dios, y los diversos siervos no son más que sus «colaboradores» (3:9) bajo su autoridad. Su trabajo puede ser variado, tanto en su naturaleza como en su valor espiritual. Algunos construyen con «oro, plata, piedras preciosas», otros, por desgracia, con «madera, heno, paja», materiales que no resistirán la prueba del fuego, símbolo de un juicio riguroso, y «el día la descubrirá, porque con fuego se revelará» (v. 13).

Ahora bien, «el día» del versículo 13 se refiere claramente al «día de nuestro Señor Jesucristo», mencionado en el capítulo 1. Así pues, nosotros, que hemos invocado su nombre, que hemos sido llamados a su comunión y que esperamos su venida, no debemos olvidar que, cuando termine la noche de su ausencia y amanezca el día de su presencia, su luz sacará a la luz todas las cosas, buenas o malas, y todas las cosas se manifestarán plenamente. Debemos vivir recordándolo.

Si lo recordamos, no nos impresionarán demasiado los juicios que puedan expresar los hombres del mundo, o incluso los creyentes de mentalidad carnal. Esto es lo que vemos en el capítulo 4.

En el versículo 3, el apóstol dice: «En muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por un tribunal humano», o, más literalmente, «por día de hombre». El apóstol escribe en otro lugar: «La noche está muy avanzada, y el día se acerca» (Rom. 13:12). Es obvio, pues, que el «día» del hombre es en realidad «noche», si lo miramos desde el punto de vista de Dios, que es también el nuestro, por gracia.

Los hombres inconversos del mundo ven las cosas a la luz de su entendimiento caído. Cuando se trata de cosas espirituales, su “luz” es solo tinieblas, y así sus juicios sobre estos asuntos no tienen peso en la mente del apóstol, ni deberían tenerlo en la nuestra. Pero es triste y solemne que haya expresado la misma indiferencia en cuanto al juicio «de vosotros», es decir, de los santos de Corinto. Habla así porque al principio del capítulo 3 tuvo que decirles abiertamente que no podía hablarles como hombres «espirituales», sino como a hombres «carnales, como niños en Cristo».

Ahora bien, un cristiano carnal, aunque sea un verdadero creyente y esté habitado por el Espíritu, no camina según el Espíritu, como se nos exhorta a hacer en Gálatas 5:16. Por lo tanto, está dispuesto a satisfacer los deseos de la carne. El creyente que camina por el Espíritu está sometido a «la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús», me «liberó de la ley del pecado y de la muerte», como dice Romanos 8:2. Aquí hay 2 fuerzas: la del Espíritu Santo y la de la carne –la vieja naturaleza que tenemos desde Adán– y vivimos bajo la «ley» o el «control» de una u otra. Aunque convertidos y poseyendo el Espíritu de Dios, todavía tenemos la carne dentro de nosotros, y nuestras vidas todavía pueden ser controladas en gran parte por ella, aunque «el pensamiento de la carne es enemistad contra Dios» (Rom. 8:7). Es terrible decirlo, pero tal es su naturaleza intrínseca; por eso, incluso en un creyente, extravía sus pensamientos y juicios hasta el punto de controlarlo. No es de extrañar que el apóstol no se sintiera impresionado por los juicios que le hacían los que se habían convertido a través de él en Corinto.

Los santos deben juzgar el mal manifestado, como muestran los últimos versículos de 1 Corintios 5. El que es espiritual debe juzgar lo que está presentado como verdad (comp. 1 Cor. 14:29). Pero cuando se trata de emitir una opinión sobre los siervos del Señor, como si pudiéramos evaluar el valor de su vida y de su obra, recordemos lo que se dice en 1 Corintios 4:5. Entre todas las debilidades y defectos de los mejores siervos de Dios, están «las cosas ocultas de las tinieblas», y tampoco conocemos los motivos que rigen en gran medida sus pensamientos y acciones. Están «las intenciones de los corazones», los motivos ocultos que han conducido a las palabras y a las acciones. Estos 2 factores, desconocidos para nosotros, saldrán a la luz. De cada uno debemos decir: «El día lo dará a conocer».

Este último versículo es uno de los más penetrantes de la Escritura. ¡Cuántas disputas, rencillas, divisiones y escándalos han empañado la historia de la iglesia profesa! Todo será revisado y enderezado. Todo será visto en su verdadera luz; todo lo que era falso será condenado; todo lo que era verdadero será aprobado y recompensado. Entonces, en lugar de buscar la alabanza los unos de los otros, cada uno recibirá la alabanza que merecen por parte de Dios –la única alabanza que realmente cuenta.

Bien podemos alabar a Dios por ese momento de juicio, de rectificación y de evaluación, cuando termine el día del hombre y llegue «el día».

(Extractado de la revista «Scripture Truth», Volumen 40 (1959-1961), páginas 161)


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