José era el hijo de Jacob


person Autor: Alfred Eduard BOUTER 3

flag Tema: Jesucristo (El Hijo de Dios)


1 - El Salvador, nuestro Señor Jesucristo

José era el hijo de Jacob y el bisnieto de Abraham. Fue vendido por sus hermanos a un grupo de mercaderes en su camino hacia Egipto (Gén. 37). Allí, vendieron a José a Potifar, oficial de Faraón, jefe de la guardia, en cuya casa sirvió fielmente. La mujer de su amo puso sus ojos en José y le pidió que se acostara con ella; él se negó, diciendo que al hacer esto, haría mal y pecaría contra Dios (Gén. 39:9). Ella siguió insistiendo y, llegado el momento, él huyó de la casa al darse cuenta del peligro al estar allí solo con ella en ese momento, consciente de su propia debilidad. Las falsas acusaciones de la mujer de su amo llevaron a José a ser encarcelado, a pesar de su fidelidad. Sin embargo, incluso allí, en prisión, siguió sirviendo con gran fidelidad. Cuando el jefe de los carceleros se dio cuenta de la fidelidad de José, lo puso al cargo de todos los prisioneros. Un día, dos de los altos funcionarios de Faraón fueron encarcelados allí también, y José les servía. Una noche, ambos soñaron y no tenían a nadie que les interpretara sus sueños. José les pidió que le contaran su sueño, y, con la ayuda de Dios, pudo interpretar sus sueños. Lo que José les dijo, sucedió exactamente: el copero fue restaurado en su posición anterior, mientras que el jefe de los panaderos fue ahorcado, tal como José había dicho.

Dos años después, el poderoso Faraón tuvo dos sueños, pero ninguno de sus sabios pudo interpretarlos. En ese momento, el copero principal recordó que José lo había ayudado mientras estaba en prisión. Entonces, llamado a comparecer ante Faraón, José confirmó que solo Dios podía interpretar los sueños de Faraón. Dios le dio a José gracia para interpretarlos y también sabiduría para aconsejar a Faraón qué debía hacer. Todos se dieron cuenta de que este era un asunto urgente ya que Dios les había mostrado a través de José que después de siete años de abundancia, vendría una gran hambruna que duraría siete años. Después de haberle dado su anillo, Faraón delegó su autoridad a José para actuar en beneficio de su país y de su pueblo, y lo llamó Zafnat-panea (Gén. 41:45). Esto significa revelador de secretos, así como salvador del mundo, o sustento de la vida: las significaciones de este nombre pueden ser verdaderamente aplicadas al Señor Jesús.

2 - Estas cosas hablan del Señor Jesús

Los detalles anteriores, ilustran bellas cosas relacionadas con nuestro Señor Jesucristo. El nombre de Jesús le fue dado por su padre José (el esposo de María) quien lo adoptó, de acuerdo con las instrucciones que el Ángel le dio (véase Mat. 1:20-25). En cumplimiento de Isaías 7:14, el nombre que se le dio fue Emanuel, Dios con nosotros, el gran Salvador-Dios. Por lo tanto, el Ángel le dijo a José que llamara al hijo de María, Jesús (Mat. 1:21), lo que significa que Yahweh (o Jehová) es salvación. La traducción al griego, del nombre hebreo Josué, es Jesús. Este nombre, ya sea en hebreo o en griego, implica que el Señor Jesús es Dios y hombre, en una persona bendita. Este es un misterio insondable, pero una gran realidad: ¡alabado sea Dios! Es por eso que Pablo escribió: «Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, fue justificado en el Espíritu, fue visto de ángeles, fue predicado entre los gentiles, fue creído en el mundo, fue recibido arriba en gloria» (1 Tim. 3:16). ¿Dobló usted ya su rodilla ante él? Un día, cada rodilla en todo el universo se verá obligada a hacerlo (Fil. 2:10-11). Ahora podemos hacerlo porque lo amamos.

Cuando el profeta Isaías escribió sobre estas cosas, las dos tribus de Israel tenían un rey malvado, Acaz. Su país estaba en peligro de ser invadido por las fuerzas enemigas, pero el Señor lo consoló al presentar, proféticamente, al hijo de la Virgen, llamado Emanuel. Por medio de él, Dios daría liberación. Esto se basó en lo que Dios había dicho en el Jardín del Edén acerca de «la Simiente de la mujer» (Gén. 3:15; lea el capítulo completo). También habló sobre las consecuencias de la infidelidad de Israel (Is. 7:10-25).

El Nuevo Testamento relata el cumplimiento como vimos anteriormente, pero ahora me gustaría enfatizar la forma milagrosa en que se cumplieron estas profecías. Nunca sucedió que una virgen diera a luz, porque para concebir, sería necesario tener relación sexual con un hombre, que debería ser su esposo, después de lo cual, del acto en sí, ya no sería virgen. María era virgen cuando concibió por medio del Espíritu Santo (Mat. 1:18), pero también fue virgen hasta que su marido la conoció, después del nacimiento del Señor Jesús (1:23-25).

Algo semejante a esto, nunca sucedió antes y nunca volverá a suceder. ¡Alabado sea el Señor!

Alfred Bouter, 1 de febrero de 2020