Las puertas en la vida práctica

Nehemías 3


person Autor: Alfred Eduard BOUTER 5

(Fuente autorizada: creced.ch – Reproducido con autorización)


0 - Introducción

Los días de restablecimiento descritos en los libros de Esdras y Nehemías nos sirven de exhortación y aliento. El capítulo 3 de Nehemías presenta a todo el pueblo de Israel trabajando para la reconstrucción del muro de Jerusalén. Consideraremos solamente algunas aplicaciones prácticas que nos sugieren los nombres de las puertas.

El remanente que volvió de la cautividad de Babilonia puso «el altar sobre su base» tan pronto como llegaron a Jerusalén (Esd. 1; 3:1-3). Después de haber aprendido bastante mediante la disciplina, tomó muy a pecho los intereses de su Dios (Esd. 3). Su primera preocupación fue reedificar el templo, a pesar de muchas oposiciones y dificultades. Animado por el ministerio de los profetas, el remanente prosiguió y concluyó esta tarea, de manera que el servicio de Dios fue restablecido (Esd. 6). El ejemplo de Esdras y su apego a la Palabra de Dios nos hablan para hoy día.

Nehemías fue suscitado en vista de una nueva etapa en el proceso de restablecimiento y restauración. Los muros y las puertas de Jerusalén estaban aún destruidos. Entonces Dios preparó a Nehemías, y luego inclinó el corazón del rey de Persia, quien lo envió a Jerusalén con la misión de reconstruir la muralla. Esta reconstrucción era necesaria para proteger al pueblo y preservar el servicio de la casa de Dios. Esdras apareció de nuevo. La Palabra de Dios fue presentada con gran claridad y dio resultados notables (Neh. 8). Frente a todas estas cosas, podemos preguntarnos cuál es nuestra actitud en la época actual. ¿Qué valor tiene para nosotros la ciudad de Dios? En el libro de Nehemías, el énfasis está puesto sobre la administración (comp. con Apoc. 21, referente a la nueva Jerusalén). Lo esencial es que todo pueda funcionar como Dios lo desea; esto atañe a todas las esferas de nuestra vida.

Llegamos a las puertas. Estas eran indispensables para dejar entrar lo que era bueno y dejar afuera lo que era malo; dejar entrar a los que servían a Dios e impedir a los que no lo hacían. Esto se halla ilustrado en Nehemías 13. Así, las puertas en la Escritura nos hablan de autoridad y poder: el que poseía una puerta tenía una función estratégica. Durante el milenio, las puertas de Jerusalén funcionarán sobre la tierra y estarán en comunicación con las puertas de la Jerusalén celestial. Habrá una distinción entre la compañía sacerdotal del Señor Jesús (que es al mismo tiempo su esposa) y los hombres que habitarán sobre la tierra (Apoc. 21). Tanto los muros como las puertas se mencionan en Isaías 60:18; los muros están en relación con la salvación (o la protección) y las puertas en relación con la alabanza. Necesitamos las dos cosas. Entonces, nos preguntamos: ¿Desempeñan su papel las puertas en nuestra vida?

Nehemías 3 pone un énfasis especial sobre la responsabilidad: se mencionan diez puertas, mientras que existían doce (ese número se relaciona con la administración, como en Apoc. 21). Las otras dos puertas están mencionadas en Nehemías 12:39: la puerta de Efraín y la puerta de la Cárcel. Además, se nombran ciertas torres, así como varios otros detalles.

1 - La puerta de las Ovejas (3:1)

Esta puerta estaba colocada cerca del templo. Probablemente por ella pasaban los animales que debían ser llevados a Dios para ser sacrificados. Esto dirige nuestros pensamientos hacia el Señor Jesús. «Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca» (Is. 53:7). «Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29).

La puerta de las Ovejas nos lleva a hacernos las siguientes preguntas:

  • ¿Apreciamos la persona y la obra de Aquel que fue el Cordero de Dios?
  • ¿Apreciamos el fundamento que ha puesto, y entendemos que «no hay otro nombre bajo el cielo… en el que podamos ser salvos»? (Hec. 4:12).
  • ¿Hemos pasado por la puerta de las ovejas (Juan 10:7) y traemos sacrificios de alabanza a Dios por Cristo? (Hebr. 13:15; 1 Pe. 2:5).
  • ¿Presentamos nuestros cuerpos en sacrificio vivo? (Rom. 12:1).

Si podemos responder «sí» a estas preguntas, la puerta de las Ovejas tiene su papel en nuestra vida. Notemos que no se mencionan cerraduras ni cerrojos, como en el caso de las otras puertas. Los sacerdotes, que tenían una función especial en cuanto al templo, no supieron terminar su trabajo. Esta negligencia tuvo terribles consecuencias como lo leemos en el capítulo 13. Desgraciadamente, la puerta de las Ovejas no siempre funcionó correctamente, aun en la vida del sumo sacerdote.

2 - La puerta del Pescado (3:3)

Estando ya establecidos sobre el fundamento de la primera puerta, pasemos a la segunda. Dios quiere que le sean traídas muchas personas. El Señor llamó a discípulos para que estuviesen con él, para seguirle, para aprender de él y para trabajar por él: «Y les dijo: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres» (Mat. 4:19).

¿Somos pescadores de hombres, formados en la escuela de Dios, y que siguen al Maestro? ¿Sabemos discernir los peces buenos? Versículos como Mateo 13:47-48 y 1 Corintios 3:12-13 se dirigen a nuestra conciencia. Además, en lo que se refiere a las puertas, hay que tener gran cuidado, como se nos enseña en 2 Timoteo 2:19-22. El principio de separación bíblico debe ser fielmente mantenido. Sin embargo, no nos conduce a vivir en el aislamiento (véase Juan 17:15), sino, ¿cómo podríamos alcanzar a los hombres?

3 - La puerta Vieja (3:6)

Esta puerta debía ser restaurada, mientras que las otras debían ser edificadas. Esto introduce la idea de que debemos construir sobre lo que ya fue una vez establecido. Esta puerta se encontraba en un ángulo de la muralla. Para la Iglesia del Dios viviente, la piedra del ángulo es Cristo (Efe. 2:20). El ángulo sugiere la estabilidad (Éx. 26:23-24).

Para nosotros se trata de edificar sobre el buen fundamento. Ya sea en un día de restablecimiento o en un día de decadencia, tenemos que volver a lo que Dios estableció. Jeremías 6:16 nos invita a preguntarnos acerca de las sendas antiguas y del buen camino. El libro de los Proverbios nos recuerda que no hay que traspasar el lindero antiguo (22:28; 23:10). Es necesario que, en dependencia de Dios, hagamos un esfuerzo para volver a lo que fue establecido. Esos linderos en particular son la autoridad, la infalibilidad y la suficiencia absoluta de las Escrituras.

¿Es legítimo introducir otras fuentes de autoridad para completar la Biblia? ¿Añadimos o quitamos algo de la Palabra revelada y de la voluntad de Dios? La renovación es necesaria continuamente (Col. 3:10), pero el fundamento permanece sin variación. La puerta Vieja (según nuestra interpretación libre de este versículo) ¿cumple su función en nuestras vidas, en nuestro testimonio colectivo? ¿Estamos listos para aceptar lo que viene de Dios, de acuerdo con la puerta Vieja? ¿Rechazamos lo que se aparta del fundamento antiguo?

4 - La puerta del Valle (3:13; 2:13, 15)

Por esta puerta, Nehemías, de noche, había dejado la ciudad para inspeccionar los muros de Jerusalén (2:13). Con dolor, tomó conciencia de las ruinas. ¿Somos conscientes del estado de ruina que caracteriza nuestras vidas, nuestras familias, nuestras iglesias locales, pero también toda la cristiandad, a pesar de hermosas apariencias?

¿Conocemos el significado del valle?, y la puerta del Valle ¿desempeña su papel en nuestras vidas? El valle nos habla evidentemente de lo que es bajo y nos recuerda aquí lo que tenemos que aprender realmente, la humillación, el arrepentimiento y el juicio de nosotros mismos.

El Señor Jesús se humilló a sí mismo. No tenía nada que confesar, sino que se humilló siempre más, tal como lo vemos en Filipenses 2:5-7. Es nuestro gran Modelo.

Consideremos también el ejemplo de Pablo. Saulo (cuyo nombre significa «deseado») tuvo que perder su orgullo cuando encontró al Señor en la gloria (Hec. 9). Pero desde entonces, adoptó la humilde posición de siervo. Cuando comenzó su obra misionera, fue llamado Pablo (que significa «pequeño»), y el Espíritu Santo pudo emplearlo. ¿Somos suficientemente pequeños a nuestros propios ojos –y a los ojos de los demás– para ser utilizados por el Señor? ¿Hemos pasado por la puerta del Valle, a fin de humillarnos en relación con el estado del testimonio cristiano, así como el de nosotros mismos? En Efesios 4:1-3, el apóstol insiste en la actitud de humildad, necesaria para guardar la unidad del Espíritu. Como discípulos del reino de Dios, debemos tomar el lugar de un niño (Mat. 18:3); entonces, solo desde ese momento podremos ser útiles a los demás (Is. 11:6).

5 - La puerta del Muladar (2:13; 3:13-14; 12:31)

La puerta del Valle es seguida por la del Muladar, situada también en la parte baja de la ciudad. En realidad, las dos puertas están ligadas en el versículo 13.

Cuando Pablo se humilló, también se liberó de sus basuras. En Filipenses 3:3-8, explica lo que sucedió en su vida. Todos sus prejuicios religiosos, todo el sistema de la religión del hombre, toda su fama y ascendencia de la que estaba orgulloso, debía salir por la puerta del Muladar. Es la lección que aprendió cuando encontró al Señor, y permaneció siempre presente en su vida. Dijo: «Y aún todo lo tengo por pérdida, por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, Señor mío, por causa de quien lo he perdido todo y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo» (Fil. 3:8).

Cuando Nehemías llegó a Jerusalén, era evidente que la puerta del Muladar y las demás no podían funcionar (2:13-14) ¡Cuán importante es mantener en buen estado, en nuestra vida, lo que corresponde a la enseñanza de la puerta del Muladar, es decir nuestra apreciación sobre todo lo que tan fácilmente nos invade!

6 - La puerta de la Fuente (3:15; 2:14; 12:37)

Cuando las basuras son eliminadas (véase también la experiencia relatada en Rom. 7), los recursos de la fuente pueden ser eficaces (comp. con Rom. 8). Los escritos de Juan ponen un acento especial sobre la fuente y los ríos de agua viva (Juan 4:14; 7:38; Apoc. 21:6). Vale la pena examinar todos los versículos de las Escrituras que hablan de fuente. Citemos algunos: Dios mismo es el manantial de la vida (Sal. 36:9), la fuente de agua viva (Jer. 2:13; 17:13); en el futuro, Israel volverá a esta fuente (Zac. 13:1; Joel 3:18). En el libro de los Proverbios, un manantial de vida se asocia al temor de Dios y al sabio (13:14; 14:27), lo que recalca nuestra responsabilidad.

Juan 4 muestra cómo el conocimiento de Dios, en el temor de Dios, lleva a la adoración. El agua viva brota en nosotros de su Fuente: en la adoración ella vuelve a su Donador. Esta corriente vital y esta comunicación necesitan ser mantenidos en ambos sentidos: primero hacia Dios (Juan 4:14, 23); segundo, hacia el hombre (Juan 7:37-38). Así pues, es necesario que la puerta de la Fuente esté en buen estado y mantenida en funcionamiento. ¿Somos conducidos por el Espíritu de Dios y somos llenos del Espíritu?

7 - La puerta de las Aguas (3:26; 8:1, 3, 16; 12:37)

Esta puerta no necesitaba reparaciones. ¿Qué podemos aprender de ella? La puerta de las Aguas está asociada a la Palabra de Dios, como lo leemos en el capítulo 8.

Sin embargo ¿funciona en la práctica? ¿Nos sometemos a la autoridad de la Palabra de Dios? ¿Aplicamos sus normas? ¿Es ella nuestro alimento, nuestra guía cotidiana? (Sal. 1). La Palabra de Dios tiene tantas funciones que no mencionaremos ninguna. Pero preguntémonos: ¿Tiene la puerta de las Aguas realmente su aplicación en mi vida, en mi familia y en la iglesia local?

¿Por qué el oriente es mencionado en el versículo 26? Porque geográficamente esta puerta se colocaba al este de la ciudad. En las Escrituras, el oriente tiene relación con la salida del sol, con la luz del día. Por la Palabra de Dios, recibimos la luz divina. Dejémonos penetrar por ella cada mañana.

8 - La puerta de los Caballos (3:28; 2 Crónicas 23:15)

Cuando hemos recibido los recursos de Dios por la puerta de la Fuente y por la puerta de las Aguas, estamos preparados para la batalla. Como lo sabemos, el caballo es utilizado en la guerra. El cristiano necesita una preparación para la lucha espiritual que tiene que llevar adelante (Efe. 6:10-20). Sus armas no son carnales (2 Cor. 10:4). Cuando la puerta de los Caballos funciona correctamente, estamos listos para combatir según los pensamientos de Dios. Quiere dirigirnos en la batalla, como instrumentos preparados (Prov. 21:31).

9 - La puerta Oriental (3:29)

El oriente evoca la venida del Señor. Todo servicio y actividad necesitan ser efectuados en la espera de esta venida. No solo tenemos que estar listos para nuestro arrebatamiento (1 Tes. 4:16-17), sino que también hay que amar la aparición en gloria del Señor (2 Tim. 4:8), deseando con ardor el día en que el Hijo del hombre, que fue rechazado y crucificado, reinará públicamente sobre esta tierra. Qué gozo será para él ser glorificado en todos aquellos que lo sirvieron durante su rechazo (2 Tes. 1:9-10).

¿Tiene la puerta Oriental su aplicación en nuestra vida? Este mundo se halla bajo el juicio de Dios. ¿Tratamos de mejorarlo pensando que podemos prepararlo para Él? ¿O somos un testimonio vivo para Cristo, como verdaderos embajadores, peregrinos y extranjeros, y al mismo tiempo como siervos e intendentes fieles? ¡Vivamos a la luz de su venida en gloria!

10 - La puerta del Juicio (3:31)

Llegamos así a la última puerta. La palabra «juicio» contiene la idea de una convocación, como las siete fiestas de Levítico 23. Nosotros también tenemos una convocación con Dios: es la reunión al nombre del Señor. Tener un encuentro con él, según sus direcciones, para realizar la comunión, es a la vez serio y feliz.

Recordemos también nuestra próxima manifestación delante del tribunal de Cristo (Rom. 14:10; 2 Cor. 5:10). Pablo vivía y trabajaba bajo la perspectiva de esta futura manifestación. No se trata de juicio ni de condenación, sino de que todo habrá de ser puesto en la luz. La venida en gloria del Señor tiene como resultado la comunión para el tiempo presente con miras a esa «convocación» eterna con el Señor.

Traducido de «Le Messager Évangélique», año 1994, página 263