El Señor Está Cerca

Jueves
18
Septiembre

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

(Juan 1:17)

El contraste entre la gracia y la Ley

En cierto sentido, la Ley y la gracia son similares, pues ambas establecen un estándar muy elevado. Sin embargo, en todos los demás sentidos son diametralmente opuestas.

La Ley de Moisés, entregada en el monte Sinaí (véase Éx. 19 - 20), establece claramente cuáles son las santas y justas demandas de Dios. Si el hombre obedecía, entonces eran bendecido; si desobedecía, la maldición de la Ley caía sobre él. En contraste con esto, la gracia nos dice que Cristo ha satisfecho todas las demandas de Dios por medio de su muerte y resurrección. Los creyentes reciben perdón y el don del Espíritu, permitiéndoles aspirar a cumplir el estándar que, bajo la gracia, no es otro que Cristo mismo. La Ley nos exigía dar: «Dame tu amor y obediencia», mientras que la gracia da: «Recibe, acepta mi amor y poder salvador». La Ley dictaba: «Haz esto, y vivirás», mientras que la gracia nos dice: «Vive y haz».

Los creyentes no están bajo la Ley, sino bajo la gracia. Este cambio se detalla en Gálatas 4:4-5: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. Este cambio se define en una palabra: redención. Esto implicó la muerte del Redentor. Jesús fue hecho maldición por nosotros al morir en la cruz (Gá. 3:13), permitiendo al creyente considerarse muerto a la ley (Ro. 7:4). La Ley no murió; Jesús murió bajo su maldición, pero ahora Dios retiene su ira y proclama la gracia disponible para todo aquel que cree. El creyente murió a la Ley a través de su Representante. Ahora es guiado por otro poder, el poder de una Persona: el Hijo de Dios resucitado.

F. B. Hole

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