El Señor Está Cerca

Jueves
28
Agosto

Le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado.

(1 Samuel 3:13)

La responsabilidad en el hogar de los padres cristianos

Elí, el sumo sacerdote durante la época de Ana, era en esencia un hombre virtuoso. Sin embargo, tenía tendencia a emitir juicios incorrectos sobre otros y mostraba debilidad al disciplinar a su familia. En sus últimos días era “hombre viejo y pesado” (1 S. 4:18), indicando que era excesivamente indulgente con sus hábitos personales, siendo especialmente incapaz de resistirse a los placeres gastronómicos.

Los capítulos 2 y 4 del Primer Libro de Samuel nos brindan suficiente información para formarnos una imagen detallada de su carácter. Tenía una auténtica preocupación por las cosas de Dios, pero carecía de la capacidad para controlar sus propios deseos y para mandar “a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová” (Gn. 18:19), y así glorificar a Dios en su vida familiar. A menudo nos encontramos con personas similares en el servicio cristiano: personas con muchas cualidades admirables, pero lamentablemente carecen de la fuerza necesaria donde más se necesita.

Siempre es importante recordar que la gracia de Dios no anula el gobierno divino. Las responsabilidades que emergen de su gracia no pueden ser ignoradas sin consecuencias. La anarquía y el legalismo son opuestos a la gracia. Sin embargo, el reconocimiento de la autoridad divina y la sumisión consciente a la voluntad de Dios deben surgir del conocimiento de su favor inmerecido. Se espera que todos aquellos que lideran hogares cristianos ejerzan una disciplina paternal. La debilidad en este aspecto es una señal de una falta de apreciación de la santidad y justicia que deben tener todos aquellos que se acercan a Dios.

H. A. Ironside

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