El Señor Está Cerca

Jueves
29
Mayo

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

(Salmo 22:1)

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas… Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.

(Juan 10:11, 14)

El Buen Pastor

Los Salmos 22, 23 y 24 forman una preciosa trilogía en las Sagradas Escrituras, la cual aborda respectivamente la figura del Buen Pastor, el Gran Pastor y el Príncipe de los Pastores. En esta ocasión, nos centraremos en el Salmo 22, donde leemos acerca del Buen Pastor, quien estuvo dispuesto a sufrir y morir por sus ovejas. El salmo comienza con un clamor desgarrador: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Estas palabras fueron reproducidas por el Salvador en la cruz, donde fue clavado por hombres malvados, quienes se sentaron a contemplar su sufrimiento. Con corazones endurecidos, ellos se burlaron de Jesús, sin ser capaces de apreciar su belleza.

Después de que los hombres descargaron su odio contra él, la oscuridad cubrió por completo aquella escena. Jesús se halló a solas con su Dios, formulando la pregunta: “¿Por qué me has desamparado?”. En ese momento de extrema necesidad, él no recibió ninguna respuesta clara ni evidente. Sin embargo, Jesús sabía la respuesta, pues había sido enviado para expiar el pecado derramando su sangre en la cruz. Después de tres horas de oscuridad, Jesús exclamó con voz potente: “Consumado es” (Jn. 19:30).

En Juan 10 también leemos acerca del Buen Pastor, quien no piensa en sí mismo, sino que se preocupa por las ovejas que el Padre le ha dado. A pesar de que las ovejas son vulnerables ante el enemigo y carecen de protección, el Pastor las considera preciosas y está dispuesto a sufrir e incluso morir por ellas. Estos sentimientos se reflejan en el Salmo 22, pero en Juan 10 también entendemos lo valiosos que somos a los ojos del Padre. Como sus ovejas, ahora estamos seguros y nadie puede separarnos de la protección del Padre. Esta seguridad eterna ha sido obtenida a través del sacrificio de Cristo, quien nos redimió con su preciosa sangre.

Jacob Redekop

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