Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles.
¿En qué basamos nuestra autoestima? ¿Cómo formamos una idea de quiénes somos? En el hermoso Cantar de los Cantares de Salomón, la esposa se describe a sí misma de manera positiva. ¿Por qué? Creo que se debe a que no le preocupan los pensamientos de los demás, ni siquiera los suyos propios, sino las palabras de su amado. Por ejemplo: “Oh hermosa entre las mujeres” (Cnt. 1:8). Supongo que tales palabras, pronunciadas por aquel a quien más se ama en la tierra, deleitarían el corazón de cualquier mujer.
Meditemos en estas palabras, viendo en ellas la estimación que el Señor Jesús hace de nosotros. Él nos ve como singularmente hermosos a sus ojos debido a lo que él ha hecho por gracia. Como aquellos que él ha redimido con preciosa sangre, sin mancha ni defecto alguno. En los versículos 9, 10 y 15 del capítulo 1, él continúa describiéndonos más detalladamente.
A lo largo de este hermoso e íntimo libro, encontramos descripciones que han sido aplicadas alegóricamente a nosotros, siendo vistos como la esposa del Señor. Podemos liberarnos de nuestras evaluaciones propias erróneas, o de las de los demás, si nos enfocamos en lo que el Señor piensa de nosotros.
Pablo lo expresa claramente en 1 Corintios 15:10: “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. No importaba que los fariseos lo consideraran un traidor, que los atenienses lo consideraran un palabrero o que el gobernador Festo lo tildara de un erudito enloquecido. Por gracia, Dios lo llamó santo y eso era suficiente para él.
Al igual que en el Cantar de los Cantares, las palabras del Esposo son suficientes para satisfacer a la esposa. ¿Estamos satisfechos con lo que somos en Cristo y estamos dispuestos a encontrar todo lo que necesitamos en él?
Grant W. Steidl