Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.
¿Quiénes son los justos mencionados en este versículo? La respuesta se encuentra en Romanos: “… siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro. 3:24). “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Ro. 5:1). ¿Qué quiero decir con esto? Que todo aquel que ha puesto su fe en Jesucristo, es decir, todo aquel que ha sido redimido, también ha sido justificado y, por consecuencia, es declarado justo a los ojos de Dios. El asunto aquí no es cuán justamente se conduce cada uno de los redimidos: los redimidos han sido justificados por la fe, sin que ello dependa de sus obras. Sin embargo, también han de andar por la fe, y así ser justos en la práctica, en toda su manera de vivir.
La senda del creyente, al andar por fe, es comparada a la luz del sol, la cual brilla cada vez más hasta que ya es pleno día. ¿Qué quiere decir esto? A medida que el creyente avanza en la senda de la fe, ese camino se vuelve cada vez más brillante. “La luz de la aurora” es una imagen que nos habla del Señor Jesús, quien también es llamado el Sol de justicia: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación” (Mal. 4:2). Con el paso del tiempo y la experiencia, la senda del creyente se asemeja cada vez más a la senda del Señor Jesús, moral y espiritualmente hablando.
En esta senda, el creyente irá disfrutando cada vez más de la comunión con el Hijo de Dios, lo cual generará un anhelo cada vez mayor por la llegada del “día perfecto”. La plena luz del día llegará cuando el Señor Jesús reúna a todos sus redimidos en su presencia. ¡Será un día de bendición y gozo, tanto para él como para nosotros!
L. M. Grant
J. C. Clifford