El Señor Está Cerca

Miércoles
19
Febrero

Esaú vino agotado del campo. Entonces Esaú dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer un poco de ese guisado rojo, pues estoy agotado. Por eso lo llamaron Edom. Véndeme primero tu primogenitura, le contestó Jacob. Mira, yo estoy a punto de morir, le dijo Esaú; ¿de qué me sirve, pues, la primogenitura?

(Génesis 25:29-32 NBLA)

No satisfacer los deseos de la carne

La Biblia utiliza la palabra carne en su sentido literal para referirse a la carne de un animal (1 Co. 8:13) o a la carne humana (Lc. 24:39). Sin embargo, también se utiliza para describir la naturaleza pecaminosa del ser humano, que está dominada por sus pasiones y deseos. Esto nos muestra que esta carne maligna, que no necesariamente tiene una forma física y que está estrechamente ligada a nuestra naturaleza, se opone al Espíritu en el creyente y exige que se satisfagan sus deseos.

El hambre de Esaú es un buen ejemplo. Muestra que cuanto más tiempo prestamos atención a los impulsos de la carne, más persistentes se vuelven. Esaú estaba cansado y deseaba comer, pero poco después sintió que estaba “a punto de morir”. Cuando pensamos en un deseo carnal, este rápidamente domina nuestros pensamientos y se transforma en algo esencial. Por tanto, es una señal de madurez espiritual rechazar lo que la carne exige, recordándonos que la Escritura nos pide confiar en nuestro Padre, quien cuida de nosotros.

Además, la carne menosprecia las cosas espirituales. La primogenitura de Esaú, una bendición familiar que representaba el favor de Dios, parecía carecer de significado en comparación con su hambre. Esto es claramente falso, ya que el hambre es temporal mientras que las bendiciones de Dios perduran. Por lo tanto, las decisiones imprudentes que tomamos para satisfacer los deseos carnales se mostrarán ante los demás. Ese día, Esaú recibió el apodo Edom, haciendo referencia a aquel guisado rojo. Con el tiempo, Edom se convirtió en el nombre que identificó a su linaje para siempre. ¿Honraremos a Dios si llegamos a ser conocidos como una mujer temperamental o un hombre iracundo? ¿O como un padre perezoso o un hijo obstinado? La misma carne que demanda satisfacción nos dejará heridos espiritualmente si se lo permitimos.

Stephen Campbell

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