Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven? Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento.
Rut, la nuera viuda de Noemí, regresó con ella de Moab. ¿Cómo podrían sobrevivir estas dos mujeres viudas? En Deuteronomio 24:19, Dios, en su gracia, dejó una forma de provisión para los pobres de la tierra. Ellos podían seguir a los segadores y recoger los granos que caían olvidados al suelo. Al igual que los dueños de los campos y sus trabajadores, los pobres de la tierra tenían la oportunidad de trabajar arduamente por su comida, manteniendo su dignidad mientras agradecían a Dios por cuidar de ellos y aquellos de su pueblo que, en obediencia a la Ley de Dios, les permitían espigar junto con ellos.
Rut, con la bendición de Noemí, decidió empezar a trabajar, comenzando desde abajo. Así fue como llegó al campo de Booz, un hombre mayor, amable y próspero. Sin avergonzarse de su pobreza ni de ser una extranjera moabita, cuyo pueblo había sido enemigo de Israel, pidió permiso para recoger las espigas olvidadas en su campo. Cuando se lo permitieron, ella trabajó diligentemente durante todo el día.
Cuando Booz llegó a su campo, la vio y preguntó por ella, entonces le habló amablemente, la felicitó por su conducta, le deseó la bendición de Dios, la invitó a comer con él y sus trabajadores, le dio más comida de la que podía comer, les dijo a sus hombres que la trataran bien y le pidió que no espigara en otro campo. Rut obedeció a Booz y siguió cuidando de Noemí, siguiendo sus consejos.
Pronto, Booz, que es figura de Cristo, nuestro gran Pariente Redentor, la tomó como esposa. Ambos se convirtieron en antepasados del rey David y de nuestro Señor Jesús.
Eugene P. Vedder, Jr.
