He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto.
Al utilizar la expresión “mi Siervo”, Dios quiere que dirijamos nuestra vista a Aquel que es tan especial para su corazón. Isaías escribió varias profecías acerca del Mesías, y su cuarto «cántico del Siervo» (Is. 52:13-53:12) podemos denominarlo como «la profecía más grande» o «la perla de la profecía». Fue escrito unos 800 años antes del ministerio público del Señor, proporcionando detalles minuciosos sobre su vida, sus sufrimientos, su muerte, su resurrección y su actual posición en gloria. Inspirado por el Espíritu de Dios, Isaías predijo con precisión asuntos que tocan nuestros corazones y pensamientos. Antes de relatar los sufrimientos del Siervo (Is. 53), el profeta dirige nuestra atención hacia los resultados de la obra del Mesías y su exaltación (v. 13).
Luego, en pocas palabras, describe los tremendos sufrimientos que padecería el Mesías, especialmente en la cruz, y su repercusión final sobre todo el mundo (Is. 53:1-12). En esta profecía tan conocida, Dios comparte sus pensamientos acerca de Aquel que lo logró todo para la gloria de Dios. Aunque Jesús fue rechazado por su propio pueblo (Israel), Dios se identificó públicamente con él y proclamó su gran aprecio y satisfacción hacia su Persona (véase Mt. 3:16-17; 12:18-21).
El Siervo de Dios siempre confió en Aquel a quien había venido a servir, aun cuando su pueblo lo rechazara (véase Mt. 11 - 12). Actuó sabiamente y prosperó: el verbo hebreo utilizado para «prosperar» en Isaías 52:13 significa «ser sabio» o «actuar sabiamente», así como tener éxito. El secreto del Mesías fue que siempre confió en Dios, quien lo recompensó en gran manera y lo exaltó. Para animar a los creyentes judíos perseguidos, Pedro escribió que los profetas daban testimonio de los sufrimientos de Aquel que actuó sabiamente y las glorias que vendrían tras estos sufrimientos (véase 1 P. 1:11; 2:22, 25).
Alfred E. Bouter