El Señor Está Cerca

Jueves
2
Enero

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.

(1 Juan 5:1)

Nueva familia, nueva batalla y nueva obediencia

La enseñanza del nuevo nacimiento es fundamental en el cristianismo. Aunque la religión natural la encuentra confusa, la fe reconoce que nuestra vieja naturaleza no es compatible con la justicia de Dios. Se requiere una transformación completa, un nuevo nacimiento, y por eso se enseña a lo largo de todo el Nuevo Testamento, y no solo por Juan, como en el versículo de hoy, sino también por Pedro, Santiago y el propio Señor Jesús. El capítulo 5 de la Primera Epístola de Juan describe tres resultados del nuevo nacimiento:

1. Los creyentes son introducidos en una nueva familia (véase v. 1). Si amamos a Dios, quien nos ha dado una nueva vida, también amaremos a los demás creyentes, quienes han recibido esa misma vida. El cristianismo no propone la formación de un nuevo club social conformado por personas con intereses similares, sino que establece una unidad viva y cálida que va más allá de cualquier distinción humana.

2. “Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo” (v. 4), lo que nos introduce en una nueva batalla. Cuando formábamos parte del mundo, no era necesario que lo venciéramos. Sin embargo, el nuevo nacimiento no solo implica batallar, sino que también nos otorga la victoria. Los principios mundanos que apelan a nuestros instintos naturales son vencidos por la fe en Jesús, el Hijo de Dios (v. 5).

3. “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (v. 18). A través del nuevo nacimiento, somos introducidos a una nueva obediencia. Aunque la naturaleza divina no es seducida por el pecado, la realidad es que todavía estamos en el cuerpo y necesitamos cuidarnos a nosotros mismos. Esto implica prestar cuidadosa atención a nuestros pensamientos, palabras y acciones, para no dar lugar al maligno. Aunque el mundo entero está bajo el dominio del diablo, nosotros somos de Dios y estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo (vv. 19-20).

Stephen Campbell

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