Cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo.
El Antiguo Testamento contiene muchas figuras, o tipos, que corresponden con las verdades y enseñanzas del Nuevo Testamento. Al apreciar estas figuras, podemos profundizar nuestra comprensión de Cristo y lo que él ha hecho para satisfacer a Dios y traernos salvación. Este pasaje de 1 Pedro nos brinda un marco para reconocer y aplicar estas figuras.
En primer lugar, es importante entender que las personas y los eventos del Antiguo Testamento fueron reales. Por ejemplo, los días de Noé muestran la paciencia de Dios con aquellos que eran desobedientes, a pesar de que la tierra estaba llena de maldad, como se describe en Génesis 6. La gracia de Dios, la fe de Noé y otros temas son parte del contexto histórico y literal del pasaje. Estas cosas fueron escritas “para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Ro. 15:4).
Pero en 1 Pedro 3:21 se nos revela, en segundo lugar, que esos días también contienen un ejemplo simbólico. Las aguas por las que pasó el arca son figura del bautismo actual, no porque el bautismo nos salve, sino porque simboliza nuestra identificación con Cristo, quien murió y resucitó. Es importante destacar que las figuras o tipos son complementarios a las verdades principales de un pasaje del Antiguo Testamento. Sin embargo, podemos aprender tanto del contexto histórico como de las figuras o tipos, lo cual nos ayuda a comprender mejor el tema central de las Escrituras: Cristo mismo.
Stephen Campbell