El Señor Está Cerca

Lunes
25
Noviembre

Luego tomará el sacerdote madera de cedro, e hisopo… y lo echará en medio del fuego en que arde la vaca.

(Números 19:6)

La vaca alazana (1) – Madera de cedro e hisopo

La intención de Dios es que sus hijos sean purificados de toda maldad y que anden separados del mundo malo, en el que todo es muerte y corrupción. Esta separación se produce por la acción de la Palabra en el corazón, por el poder del Espíritu Santo (véase Gá. 1:4).

Es notable observar cómo el Espíritu de Dios enlaza constantemente el acto de descargar la conciencia de todo sentimiento de culpabilidad con la liberación de la influencia moral del presente siglo malo. Por lo tanto, debemos mantener la integridad de este lazo. No podemos hacerlo, naturalmente, sin la energía del Espíritu Santo, pero deberíamos comprender y mostrar en la práctica el lazo bendito que existe entre la muerte de Cristo como expiación por el pecado y el poder moral que existe en esa misma obra, para nuestra separación de este mundo. Muchos hijos de Dios nunca van más allá de la primera verdad, si es que llegan a ella. Se contentan sabiendo que sus pecados han sido perdonados por la obra expiatoria de Cristo, pero no experimentan la realidad de estar muertos al mundo por la muerte de Cristo y de su identificación con él en esta muerte.

Cuando meditamos en las cenizas de la vaca alazana, ¿qué descubrimos allí? Podemos responder con seguridad que encontramos nuestros pecados. En efecto, gracias sean dadas a Dios y al Hijo de su amor, encontramos nuestros pecados, iniquidades y faltas, y nuestra profunda culpabilidad, todo reducido a cenizas. Allí también vemos la naturaleza humana en cada período de su existencia, desde el punto más alto hasta el más bajo de su historia. Vemos el final de toda la gloria de este mundo. El cedro y el hisopo representan la naturaleza en toda su extensión, desde lo más ínfimo hasta lo más elevado que hay en ella (véase 1 R. 4:33).

C. H. Mackintosh

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