Se levantó David y partió… con todo el pueblo que tenía consigo, para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos.
David tenía un fuerte deseo de tener el arca de Dios cerca de él. El arca representa a Cristo. ¿Deseamos, al igual que David, estar cerca de Cristo en nuestras vidas?
El arca no era algo común; sobre ella era “invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines”. Existía una manera precisa y solemne de transportar el arca, y así poder disfrutar de la bendición de su presencia. Lamentablemente, David se dejó influenciar por cómo los filisteos habían tratado al arca (1 S. 6:10-11). Los filisteos no sabían cómo transportar el arca, pero David debería haberlo sabido. Sin embargo, hizo lo mismo que ellos. Esto causó algo que nunca debió suceder: la muerte de Uza, quien actúo de mala manera al tratar de proteger el arca de caer al suelo. También trajo indignación, miedo y confusión (2 S. 6:3-10; véase Nm. 3:10). Pero luego David reconoció su error y se animó al ver cómo la casa de Obed-edom había sido bendecida por la presencia del arca, así que decidió traer el arca, pero transportándola de la manera correcta.
Todos deseamos disfrutar de la cercanía y la presencia de Cristo en nuestras vidas, hogares e iglesias locales. Pero debemos aprender cuán sagrado es “el buen nombre” que es invocado sobre nosotros (Stg. 2:7). Su nombre es “Señor Jesucristo”. No podemos vivir como el mundo vive ni utilizar los métodos que el mundo utiliza. Hay una forma adecuada de llevar su nombre, y se nos enseña cómo hacerlo. No podemos llevar el nombre de nuestro Señor Jesucristo siguiendo los métodos y estándares del mundo. Hacerlo solo traerá muerte espiritual debido a un comportamiento inapropiado que surge de circunstancias que nunca debieron haber ocurrido, además de indignación, miedo y confusión.
Pero si obedecemos a la Palabra de Dios, experimentaremos muchas bendiciones al disfrutar de la presencia de Cristo en nuestras vidas, hogares e iglesias locales.
Alexandre Leclerc