Cuando vuestros hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras? Les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó el Jordán… estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre.
Israel estaba a punto de cruzar el río Jordán y comenzar la conquista de la tierra de Canaán. Aunque el Jordán estaba desbordado, esto no fue un obstáculo para Dios. Cuando los sacerdotes que llevaban el arca del pacto pusieron los pies en el agua, el Jordán se detuvo y el pueblo pudo cruzar sin peligro por tierra seca.
Dios le ordenó a Josué que doce hombres tomaran cada uno una piedra del lecho del río y las colocaran en Gilgal, que era el lugar donde pondrían sus tiendas esa noche. Y así lo hicieron. Las generaciones futuras preguntarían por el significado de esas piedras, y se les debía contar cómo Jehová había secado el río para que el pueblo pudiera cruzar. Era importante que todos los pueblos de la tierra reconocieran que la mano de Jehová era poderosa, y que Israel temiera a Jehová su Dios para siempre.
Nuestro Señor Jesús también estableció un memorial especial para su pueblo en la actualidad. Después de la cena de la Pascua, en la noche en que fue traicionado, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciéndoles que lo hicieran en memoria de él. También hizo lo mismo con una copa de vino. El pan y el vino representan su cuerpo y su sangre. En los Evangelios según Mateo, Marcos y Lucas se relata este evento, y en el Evangelio según Juan se agregan detalles preciosos de esa última noche juntos. Este memorial fue tan importante para Jesús que se lo dio como una revelación especial al apóstol Pablo (1 Co. 11:23). Tenemos el privilegio de seguir el ejemplo de los primeros cristianos, quienes se reunían el primer día de la semana, para recordar a nuestro Señor Jesús en su gran amor y muerte sacrificial (Hch. 20:7).
Eugene P. Vedder, Jr.