El Señor Está Cerca

Sábado
17
Agosto

Por la fe Moisés… rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios.

(Hebreos 11:24-25)

La providencia de Dios y la actitud de la fe

Nada fue más asombroso que la manera en que la providencia situó a Moisés en la corte de Faraón, pero eso no determinó la dirección de su fe. Siendo criado como hijo de la hija de Faraón, instruido en toda la sabiduría de los egipcios y poderoso en “palabras y obras” (Hch. 7:22), la providencia lo colocó allí. Después de haber sido escondido durante tres meses por sus padres, Moisés fue puesto en una arquilla de juncos a orillas del rio Nilo (Éx. 2:2-3). El pequeño atrajo la atención de la hija de Faraón, quien había bajado al lugar justo en el momento oportuno. Se compadeció de él, escuchó la sugerencia de la hermana del niño, y confió el niño a su madre biológica para que lo criara, y lo adoptó como hijo suyo.

Sin embargo, cuando Moisés llegó a la edad adulta, lo primero que hizo fue renunciar a todo aquello. Aunque podría haber razonado que su posición en la corte le permitiría usar su influencia en favor del pueblo de Dios, él nunca pensó tal cosa. Él sabía que su lugar estaba con el pueblo de Dios, no solo actuando por ellos o protegiéndolos, sino estando junto a ellos como parte de ellos. La providencia de Dios le había otorgado una posición, pero eso no era suficiente para guiar su conciencia. Aunque podría haber argumentado de manera convincente a favor de quedarse en la corte, Moisés entendió que cuando el ojo es “sencillo”, entonces todo el cuerpo está “lleno de luz” (véase Mt. 6:22 VM).

Moisés reconoció en sus hermanos (aunque en debilidad) al “pueblo de Dios”, y los asoció con la gloria de Dios. Esta es la actitud de la fe: identifica al pueblo de Dios con la gloria de Dios, sin importar su posición o circunstancias, y entonces actúa en consecuencia.

J. N. Darby

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