Avancemos hacia la madurez… Y esto lo haremos, si Dios lo permite.
(Hebreos 6:1, 3 NBLA)
Nuestro Dios se preocupa por nosotros, por lo que desea que crezcamos espiritualmente. Poco tiempo después de la muerte, resurrección y ascensión del Señor Jesús, muchos judíos se convirtieron en discípulos de Cristo. Inmediatamente tuvieron que enfrentar mucha persecución, rechazo y todo tipo de adversidades. Algunos de ellos se desanimaron y, después de varios años difíciles, llegaron a considerar la posibilidad de regresar al judaísmo y así evitar la persecución, al menos por un tiempo. ¿Habían olvidado que los líderes del judaísmo habían rechazado al Mesías? Estaban desanimados, y esto los condujo a una baja condición espiritual, impidiéndoles crecer. Habían perdido el apetito por lo que los unía al Mesías rechazado (He. 5:11-14). ¿Acaso Cristo no les había dicho que él había recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18)? ¿Acaso no sabían que él está a la diestra de Dios, coronado de gloria y honra (He. 2:9)? Quizás pensaron que les bastaba con el ministerio de Cristo en la tierra.
El Señor Jesús había sido rechazado por su propio pueblo mientras estuvo en la tierra, pero también después de su resurrección y ascensión. Sin embargo, tiempo después de su ascensión, él se le apareció a Saulo de Tarso, mientras este perseguía a sus compatriotas judíos que eran seguidores de Jesús. Desde ese instante, Saulo, que llegó a ser conocido como el apóstol Pablo, en lugar de perseguir a los creyentes, ahora buscaba a sus compatriotas no creyentes, y los instaba a creer y convertirse en seguidores de Jesús Nazareno, el Mesías rechazado, e instaba a los que lo aceptaban a continuar siguiendo a Cristo y crecer espiritualmente. Lamentablemente, muchos de los que habían respondido a este mensaje con fe, comenzaron a dudar debido a la persecución, e incluso algunos habían decidido retroceder. El autor de la Carta a los Hebreos (muy probablemente el mismo apóstol Pablo) se preocupó mucho por esto, así que decidió animar a sus compañeros creyentes en el Camino. “Avancemos”, dejando que el Espíritu Santo nos lleve a la madurez.
Alfred E. Bouter