Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré… Vendrán, y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.
(Salmo 22:22, 31)
Los sufrimientos más intensos de Cristo conducen a la alabanza y la adoración. Su obra es tan maravillosa que meditaremos en ella durante la eternidad. La persona de Cristo y su obra serán un tema perpetuo de alabanza y adoración. El Dios que le respondió (Salmo 22:21 RVA-2015) es el Dios que recibirá la alabanza de su Hijo y a través de él (v. 22).
Es precioso que los cristianos podamos participar anticipadamente de esta adoración en la actualidad (véase He. 2:12; 13:15). En los distintos círculos de alabanza mencionados en el versículo 22, que van desde el más pequeño (la Iglesia) hasta el más amplio (las naciones), la Iglesia es la que está más cerca de él.
Actualmente, la Iglesia (v. 22) ya participa de esta adoración, y continuará haciéndolo durante la eternidad. Sin embargo, la obra que el Señor Jesús ha realizado es tan rica, grande y maravillosa, que Dios hará que todas las familias de la fe, así como toda la creación redimida, se unan al coro de alabanza.
Después del arrebatamiento de la Iglesia, alabaremos al Señor en el cielo (Ap. 4 - 5). Mientras que, en la tierra, el remanente judío fiel, incluso durante los días del anticristo, lo alabará y honrará (v. 23).
Luego el círculo se amplía aún más: “Glorificadle, descendencia toda de Jacob, y temedle vosotros, descendencia toda de Israel” (v. 23). El Mesías y sus sufrimientos estarán delante del corazón de la nación restaurada de Israel (v. 24). Todas las tribus cantarán: “De ti será mi alabanza en la gran congregación… comerán los humildes, y serán saciados” (vv. 25-26). Los círculos de alabanza, cada vez más amplios, continuarán: “Todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti” (v. 27). En el siglo venidero, generación tras generación se unirán al coro y exclamarán: “Él hizo esto” (v. 31).
Alfred E. Bouter