Cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste… Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza.
¡Qué hermosa imagen de la salvación de Dios! Rahab tuvo que atar el cordón de grana a su ventana para que todos pudieran verlo. Los lugareños no sabían para qué servía; tal vez pensaban que era solo un adorno. Los dos espías le dijeron a Rahab que reuniera en su casa a su padre, su madre, sus hermanos y otros miembros de su familia. El cordón de grana que colgaba de la ventana los mantendría a salvo el día en que el juicio llegara a Jericó.
En su Palabra, Dios nos ha dado un cordón de grana (el color de la sangre); Él salva a todos los que se ponen bajo su protección, todos los que están dentro de esa casa. Todos los que están en Cristo están protegidos por su preciosa sangre. Esto es una señal segura, ya que el Padre la está mirando. Cristo murió por mí; por eso mi alma está a salvo. En otras palabras, estos hombres le dijeron a Rahab: «Responderemos por tu seguridad; tú y toda tu casa se salvarán, porque están a salvo por el cordón de grana». Cristo es la seguridad para todos los que ponen su confianza en su preciosa sangre. Pero si Rahab, o cualquiera de su familia, no se ponía bajo la protección del cordón de grana, era bajo su propio riesgo.
Si te niegas a poner tu confianza en el Señor Jesucristo, si te niegas a refugiarte bajo su preciosa sangre, el día en que Dios venga a sacudir poderosamente la tierra, todas las cosas en las que los hombres han puesto su confianza se harán añicos. Entonces serás una pobre alma, perdida y arruinada, y tu sangre estará sobre tu propia cabeza, porque has despreciado el sacrificio ofrecido por nuestro Señor Jesucristo.
H. A. Ironside
Es la sangre tan preciosa del buen Salvador,
la que quita los pecados y el temor.
Frances R. Havergal