El Señor Está Cerca

Lunes
8
Mayo

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.

(1 Timoteo 6:12)

El llamamiento divino (6) — La buena batalla de la fe

El llamamiento de Dios ha liberado a los creyentes de las garras del mundo que los rodea. Aunque todavía estamos en este mundo, ya no somos de él, ni estamos bajo el control de Satanás. El llamamiento de Dios nos ha introducido en un reino de amor y luz, donde reina el Hijo del amor del Padre (Col. 1:13). En el cielo ya no lucharemos, ni pecaremos, ni fracasaremos, pero mientras estemos en este mundo, la buena batalla de la fe es una necesidad imperativa y absoluta.

Posicionalmente, estamos en Cristo, y por lo tanto pertenecemos al reino celestial al que Dios nos ha llamado, un mundo de vida, luz y amor. Al mismo tiempo, estamos en este mundo, enfrentados a todo tipo de conflictos, incluso a la muerte. El Señor quiere que seamos como los atletas que compiten por la medalla de oro, y que luchemos la buena batalla de la fe, haciendo nuestro lo que aún está por delante. Recibimos la vida eterna cuando creímos, pero seguimos en este mundo, aunque confesamos que ya no pertenecemos a él.

Mientras estaba de pie como un humilde prisionero ante Poncio Pilato, el gobernador romano, nuestro Señor Jesús hizo una “buena confesión”, diciendo que su reino no era de este mundo –al menos no por ahora. Cristo vino a dar testimonio de la verdad y dijo que “todo aquel que es de la verdad” escucha su voz (Jn. 18:36-37). Quien así pone su fe en él, confiesa también que no es de este mundo, y tal confesión le traerá sufrimiento, tal como le sucedió a Cristo. Por eso Pablo escribió acerca de la buena batalla de la fe y, ciertamente, él sufrió muchas cosas. Sin embargo, también añadió: “No me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Ti. 1:12).

Sigamos a Pablo y a Timoteo en esta batalla.

Alfred E. Bouter

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