El Señor Está Cerca

Miércoles
15
Febrero

Su espíritu adornó los cielos… He aquí, estas cosas son solo los bordes de sus caminos; ¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de Él!.

(Job 26:13-14)

Los pensamientos de Dios son grandiosos

Los amigos de Job pensaban arrogantemente que entendían mejor que su amigo la manera con la que Dios cuidaba de él. En este capítulo, Job les responde alabando el poder de Dios en la creación. Nadie, incluyendo a los amigos de Job, podría negar el poder de Dios para colgar “la tierra sobre nada” (v. 7). Pero entonces, inesperadamente, Job da un giro sorprendente en su argumentación: No basta con reconocer el gran poder de Dios en el mundo natural, el hombre también debe admitir que estas cosas son solo “los bordes de sus caminos”. Incluso desarrolla este punto con una declaración extraordinaria: “¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!

¡Es verdaderamente asombroso ver la comprensión espiritual de Job, incluso en medio de tan terrible sufrimiento! Por ejemplo, les dice a sus amigos que Dios “agita el mar con su poder” (v. 12). Sin embargo, dice que esto solo es un pequeño “susurro” de algo mucho más grandioso. Los evangelios relatan una ocasión en que Cristo calmó el mar agitado por la tormenta, diciendo: “Calla, enmudece” (Mr. 4:39); temerosos, sus discípulos preguntaron: “¿Quién es este?” Pero si hubieran considerado las palabras de Job, entonces se habrían dado cuenta que habían sido testigos de solo un “susurro” de su poder.

A través de la Palabra de Dios y la unción del Espíritu Santo se nos ha dado una gran comprensión del poder y los tratos de Dios. Lamentablemente, nos vemos obstaculizados por nuestras limitaciones humanas. Sin embargo, ¡se acerca el día en que conoceremos algo más que un “susurro” de su grandeza! La Escritura está en armonía con esto: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara” (1 Co. 13:12). Cuando llegue el “día de Cristo” y seamos introducidos en su presencia, ya no estaremos en los “bordes”, sino que diremos: “No se me había contado ni la mitad.” (1 R. 10:7 NBLA).

Brian Reynolds

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